Para desenchufarte: tácticas y estrategias antiestrés

Evitar que aumente es fundamental, tanto para prevenir el síndrome como para minimizar sus efectos. Aquí, algunos consejos útiles para incorporar en tu vida.

¿A veces sentís que la vida te pasa por encima, te aplasta o te agobia? Sí, seguro. El problema es que con este sentimiento llega el estrés y, con él, nuestra calidad de vida decae y los vínculos con nuestro entorno se deterioran. Por eso, lo ideal es prevenirlo con tácticas y estrategias adecuadas.

Desarrollar un mejor manejo del nivel de estrés es una tarea que te garantizará una mejora notoria en tu calidad de vida. Eso sí, hay que tener en cuenta que los resultados van a ser graduales. Primero, porque no sirven demasiado si se aplican como terapia de shock. Luego, porque ir incorporando los hábitos adecuados para controlar el estrés es un entrenamiento que, como otros, cuanto más se practica, mejor sale, ya que se perfeccionan las técnicas empleadas mientras se “aceita” el mecanismo y así funciona más fluidamente.
Es más, no esperes a estar desbordada para empezar a ocuparte del tema y, así, vas a ampliar las chances de que tu intento sea realmente eficaz. En medio de una crisis o mientas se atraviesa un pico de estrés, te va a resultar más difícil asimilar otro estilo de conducta y serenarte. Aquí, algunos consejos prácticos para que, día a día, trabajes contra él.
-Cuando armes tu agenda, dejá dos o tres espacios libres. Ni siquiera organices para qué los dejás. Por pequeños que sean, te servirán para “airearte” y preguntarte qué tenés ganas de hacer. Es necesario y te permitirá asumir los compromisos siguientes con más energía.
-Descansá el tiempo necesario. Hay que dormir, por lo menos, ocho horas. Escuchá tu cuerpo.
-Cuidá tu dieta. No te “intoxiques” con alimentos que no te aportan energía. Elegí, mejor, los que son ricos en litio y en magnesio (cereales, huevos, chocolate, verduras, pescado y frutas secas) y en vitamina B (leguminosas, aves y pan integral). Evitá los excitantes como el tabaco, el alcohol o el café.
-Comé sentada a la mesa. Masticá varias veces cada bocado y no leas ni hables por teléfono mientras lo hacés. Si podés compartir este momentocon tus seres queridos, mejor.
-Jugá con chicos. Hijos, sobrinos, hijos de amigos, no importa. La actividad lúdica y el contacto con los más pequeños nos ayuda a descentrarnos y a conectarnos con una dimensión nuestra que tiene otra frecuencia.
-Cuando te sientas muy exigida, preguntate cuánto de esa carga podés soportar. Tener conciencia de las demandas excesivas es un buen primer paso para regularlas mejor.
-Pedí ayuda. Para lo que sea. Ejercitá tu capacidad de delegar y de dejarte ayudar. Por más que no lo necesites ya, te va a preparar para poder hacerlo cuando realmente sea necesario.
-Desarrollá técnicas de relax. Siempre a la medida de tus necesidades, gustos y preferencias. Buscá qué te gusta hacer: no se trata sólo de practicar yoga o meditación. Hay muchas formas de serenarte y conectarte con vos misma como leer un libro, darte un baño de inmersión o escuchar música que te agrade. Encontrá la que va con vos.
-Date algún gusto. Dedicá, al menos, un rato por semana a una actividad que te reconforte.
-Tené una rutina de actividad física. Es una interesante fuente de descarga de nervios y, además, ayuda a reponer funciones vitales del organismo que se ven deterioradas por el estrés.
-Relajate y estirate. Realizá este tipo de ejercicios todos los días.
-Ocupate de tu bienestar emocional. Las relaciones afectivas, el optimismo, el equilibrio mental, son redes esenciales que brindan contención cuando el vértigo nos invade.
-Desconectate en algún momento del día. Elegí vos cuál es el más apropiado y obligate a apagar el celular y la computadora pr un rato. Recordá que la dependencia al e mail es uno de los factores más estresantes de la vida profesional de hoy.