Después del premio a la mejor actuación masculina en el Festival de Venecia y de haber sido elegida como representante argentina para la preselección de los Oscar, El ciudadano ilustre sumó ayer un nuevo reconocimiento. Y es el segundo en la cosecha personal de Oscar Martínez, que resultó mejor actor en el Latin Beat Film Festival de Japón: la noticia lo sorprendió en Madrid, en pleno rodaje de la adaptación cinematográfica de Toc Toc.
“Finalmente me van a convencer de que estoy bien en la película”, le dice Martínez a Clarín desde Madrid, poco después de que Gastón Duprat, director de la película junto a Mariano Cohn, le avisara del premio. “Uno tiene el síndrome del que hablaba Borges, aquello de algún día se van a dar cuenta de que soy un impostor. Siempre aspirás a estar bien, y aspirás al reconocimiento, porque el actor lo necesita: uno trabaja para los demás. Cuando estás trabajando en las grandes ligas, sabés que en el bolillero te puede tocar algún premio. Pero siempre dudás de vos mismo, del trabajo que hiciste”.
“El reconocimiento -continúa- te avala entre comillas, porque ése es un síndrome patológico que no es exclusivamente mío: es de todo artista y en especial de un intérprete, que necesita del reconocimiento contemporáneo, porque no puede apelar, como otro tipo de artistas, a la posteridad. Si es póstumo, quiere decir que difícilmente le haya ido bien en el desarrollo de su carrera”.
En El ciudadano ilustre -que sigue en cartel y ya superó el medio millón de espectadores-, Martínez se pone en la piel de Daniel Mantovani, un escritor argentino que, luego de ganar el Premio Nobel vuelve a su pueblito natal para recibir una distinción, y allí se encuentra con su pasado. ¿Qué habrá visto en su trabajo el jurado de Venecia y el del festival japonés para premiarlo?
“No puedo imaginar eso, porque es meterme en un océano de subjetividades. Lo que indudablemente ocurre es que la película gusta mucho, y que el trabajo funciona. Siempre está la interpretación de quien ve la película, y la resonancia de lo que le produce a cada uno. Pasa en la vida, en la realidad, con las personas. Nabokov decía el día que me muera va a haber quienes digan que fui un ángel y quienes digan que fui un demonio: ambos tendrán razón. En esto coincido con él y con Mantovani: no hay realidades, hay interpretaciones”.
El recorrido festivalero recién empieza para El ciudadano ilustre: a fin de mes se verá en el Festival Internacional de Tokio, y este fin de semana, Martínez acompañará su proyección en el Festival de Valladolid. Antes y después, seguirá filmando Toc Toc, adaptación del éxito teatral homónimo, a las órdenes del español Vicente Villanueva, donde hará del psicólogo.