Con una multitud de cuerpos, sin cabezas y descuartizados, dispuestos en un terraplén, parecía difícil dar un número preciso de los hombres asesinados en el presidio Alcasuz, próximo a Natal (Río Grande del Norte). Pero finalmente a las 18 horas de ayer, las autoridades lograron confirmar que 27 hombres perdieron la vida en este nuevo capítulo de la guerra entre las facciones del narcotráfico. “Conté 27 troncos”, relató una de las autoridades de ese estado provincial. Se refería, claro está, a las partes centrales de los cuerpos, muchos de ellos decapitados y otros sin brazos o sin piernas.
La rebelión, en ese penal, había comenzado el sábado a la noche; pero la policía militar demoró hasta ayer a la mañana para ingresar en el establecimiento. “Es preferible entrar por la mañana”, dijeron los jefes policiales, a modo de disculpas. Lo cierto es que no se animaron a enfrentar 200 hombres que circulaban libremente por los pabellones del penal, gracias a que las celdas no cuentan con candados (fueron destruidos en marzo de 2015). En verdad, durante la noche y la madrugada se produjeron los brutales ataques. Afirman que quienes encabezaron esta revuelta fueron líderes del Primer Comando de la Capital (PCC) que está enfrentado a muerte con su ex socio, el Comando Rojo. Esta es la cuarta gran revuelta que se produce en los primeros 15 días de este año, con un saldo trágico de 127 asesinatos.
Los agentes penitenciarios, testigos involuntarios de la masacre, dijeron que los agresores contaban con armas de todo tipo. Algunos señalan que las habrían recibido el mismo domingo, a través de un vehículo que circulaba por los alrededores de la cárcel y que les tiró el arsenal por encima de una de las paredes. Esta repetición de dramáticas “sublevaciones” carcelarias pone en evidencia la inoperancia del gobierno federal para poner punto final a estos sangrientos episodios. El jefe de Estado decidió pronunciarse ayer por Twitter, para decir que acompaña minuto a minuto los acontecimientos en el penal de Natal. También indicó por esa vía que le había pedido a su ministro de Justicia Alexandre de Moraes, “todo el auxilio necesario” al estado norteño para contener la crisis.
Lo cierto es que después de tantas “insurrecciones” en los penales, el ministro demoró en tomar algunas decisiones claves en conjunto con las autoridades carcelarias del norte del país. Recién este martes próximo tendrá un encuentro con los secretarios provinciales de Seguridad, para discutir las bases para enfrentar la seguidilla de asesinatos masivos.
Los expertos en seguridad volvieron a mencionar algunos de los factores que explican la explosión de violencia en los presidios. Afirman que muchos de los detenidos son apenas “aquellos que hacen el comercio minorista de la droga; mientras que los capos del narcotráfico permanecen sueltos”. Señalaron también que “hay una evidente falta de criterios para diferenciar el tráfico real del uso personal de estupefacientes”. Y advierten que ése “es uno de los factores que aumentó en forma significativa la proporción de detenidos por cuenta del narcotráfico”.
Por: Eleonora Gosman