Durante décadas, los científicos han considerado que el factor clave para determinar si un planeta puede albergar vida es la distancia a su estrella. En nuestro Sistema Solar, por ejemplo, Venus está demasiado cerca del Sol y Marte demasiado lejos, mientras que la Tierra tiene la fortuna de encontrarse en el lugar perfecto. Esa distancia es lo que los investigadores llaman la «zona habitable» o «zona Ricitos de Oro», en referencia al cuento infantil donde la protagonista se mostraba algo caprichosa en la casa de los tres osos hasta que encontraba todas las cosas a su gusto. En un mundo así, no hará demasiado calor ni demasiado frío, aumentando las posibilidades de que exista agua sobre su superficie.
Pero investigadores de la Universidad de Yale creen que hay otro factor igual de importante que hasta ahora no ha sido tenido en cuenta. El simple hecho de encontrarse en la zona habitable no es suficiente para que un planeta mantenga la vida. Además, ese mundo debe formarse con una temperatura interna correcta.
Hasta ahora, también se pensaba que los planetas eran capaces de autorregular su temperatura interna a través de la convección del manto, el desplazamiento subterráneo de rocas causado por la calefacción y la refrigeración internas. De esta forma, un planeta podría empezar demasiado frío o demasiado caliente, pero finalmente podría asentarse a la temperatura adecuada.
Los investigadores de Yale no están de acuerdo y lo explican en la revista Science Advances. «Si reúne todo tipo de datos científicos sobre cómo la Tierra ha evolucionado en los últimos mil millones de años y trata de darles sentido, verá que la convección del manto es indiferente de la temperatura interna», dice Jun Korenaga, autor de del estudio y profesor de geología y geofísica en Yale. Korenaga presenta un marco teórico general que explica el grado de autorregulación previsto para la convección del manto y sugiere que la autorregulación es poco probable en planetas similares a la Tierra.
«La falta del mecanismo autorregulador tiene enormes implicaciones para la habitabilidad planetaria», dice el investigador. «Los estudios sobre la formación planetaria sugieren que planetas como la Tierra se forman por múltiples impactos gigantes, y el resultado de este proceso altamente aleatorio es muy diverso».
Tal diversidad de tamaño y temperatura interna no obstaculizaría la evolución planetaria si hubiera autorregulación de la convección del manto, dice Korenaga. «Lo que damos por sentado en la Tierra, como océanos y continentes, no existiría si la temperatura interna del planeta no hubiera estado en un cierto rango, y esto significa que el comienzo de la historia de la Tierra no pudo ser demasiado caliente o demasiado frío». De nuevo, Ricitos de Oro hace de las suyas.