No quieren ir a otro lado: los argentinos se quedan en la Villa Olímpica aunque sea “en carpa”

La vida en la villa olímpica no es perfecta, falta mucho por arreglar y hay problemas que no se solucionarán, pero los deportistas argentinos no quieren vivir en ningún otro lugar

Cierta preocupación anidaba en el “Chapa” Carlos Retegui, consciente de todos los defectos de la Villa Olímpica en la que se alojarían los jugadores que dirige. Preocupación fugaz: menos de un minuto le alcanzó para darse cuenta de que sus hombres están hechos de otra madera, de que en ellos vive el espíritu amateur.

“Si me llueve en la habitación, me pongo una carpa. Pero nos quedamos”, le respondió un jugador al entrenador de la selección de hockey. Y asunto cerrado: sus muchachos no dejarán la Villa Olímpica. Hubo, hay y seguirá habiendo problemas allí, pero es el lugar en el que la amplísima mayoría de los deportistas olímpicos quiere estar. Ni hablar del hockey, que juega en Deodoro, la sede más lejana de los Juegos y en la que a priori menos ambiente olímpico podría haber. Cada día en la Villa vale oro.

Lo certificó Juan Martín López a LA NACIÓN. “Estar en la villa es lo mejor. Sería una bobada no estar ahí”, dijo el defensor de Los Leones, uno de los primeros equipos en llegar a una mini-ciudad que en pocos días estará repleta de deportistas de todo el mundo. Ya están el hockey, el fútbol y el handball femenino, mañana se suma el masculino y pronto llegarán el basquet y el voleibol.

Argentina ocupa los últimos pisos de una torre que comparte con Cuba, Perú, Guam y Puerto Rico, en un sector que suma también a Australia y Alemania. Preocupado la semana pasada por las deficiencias de la villa -baños que no funcionan, cañerías tapadas y falta de agua caliente-, el Comité Olímpico Argentino (COA) decidió alquilar varios apartamentos en la zona, pero el entusiasmo de los deportistas por quedarse cueste lo que cueste en la Villa hará que en esas unidades externas se alojen sobre todo entrenadores y personal técnico de los equipos.

¿Será perfecta la Villa? No. “Es como cuando te comprás un departamento nuevo y estás loco por mudarte a él. Pero vas y te dicen que todavía faltan dos meses para arreglar detalles, para todas las terminaciones. Bueno, acá no hicieron nada de eso, entregaron los departamentos sin terminar”.

No lo dirá Mario Cilenti, el argentino a cargo de la Villa, pero hace apenas una semana que le entregaron los servicios de luz y agua en una villa que lleva años construyéndose. Por eso hay expectativa por lo que pueda suceder el día 11, el día pico de deportistas en la Villa. ¿Funcionarán el agua y la luz o la instalación se verá sobrepasada? Pregunta abierta que quizás inquiete a los argentinos menos que a otras delegaciones, porque Gerardo Werthein, jefe del COA, hizo valer su condición de miembro del COI hasta involucrar a su presidente, el alemán Thomas Bach, para acelerar soluciones y moderar problemas.

“Estuvo en nuestro sector y entendió los problemas. Tras su visita hubo una respuesta muy fuerte, se aportó mucha gente para solucionar problemas. Estuvo bien llegar antes y detectar los problemas. Porque nos encontramos con los problemas, no es que nos los advirtieran”.

Los responsables de la misión argentina calculan que habrá entre cinco y diez habitaciones inutilizables, en las que no sería razonable ubicar a ningún deportista. El “test de estrés” que los responsables de la villa no hicieron está siendo hecho a la fuerza por cada delegación. La Argentina había controlado las duchas, por ejemplo, pero en cuanto llegó todo el equipo de hockey completo y las duchas funcionaron simultáneamente se descubrió que unas cuatro no andaban bien. Podría surgir la pregunta de qué sucederá cuando otras instalaciones de los Juegos comiencen a funcionar, sobre todo las deportivas, pero entre ellas y la villa hay tres diferencias importantes.

La primera es que las federaciones internacionales de cada deporte están pendientes de todos los detalles, difícilmente les suceda lo que se dio en el alojamiento de los deportistas. La segunda, que esas instalaciones fueron construidas o dirigidas en su mayor parte por empresas europeas de gran experiencia olímpica. Y la tercera, nada menor, el dato de que el máximo responsable de Odebrecht, la empresa constructora de la Villa, está preso desde hace meses por ser una de las figuras clave de los escándalos de corrupción que sacuden la política brasileña. “¿Si el jefe de tu empresa va preso, las cosas no se terminan degradando un poco? ¿Entregás la obra a la perfección?”. Las preguntas retóricas brotan de un alto responsable de la amplia delegación argentina, que intenta explicar tanta desidia en la entrega de una instalación clave de los Juegos de Río 2016.

Y mientras se espera a ver si por las cañerías fluye el agua o el cemento las obtura, si los baños funcionan o colapsan, el ambiente se va relajando en la Villa, situada en medio de la nada y equidistante entre el Parque Olímpico y las playas de Recreio, una zona costera al sur de Barra da Tijuca, que es a la vez el sur de Río de Janeiro. El objetivo es disfrutar de los Juegos. Y, cuando se es deportista olímpico, los Juegos se viven en la Villa, difícilmente fuera de ella.