La escena ocurrió este miércoles en la denominada “Marcha por la paz y la justicia” en Humahuaca. Cinco personas fueron atadas a una cruz durante tres horas. Una de ellas era un adolescente, otra un nene de nueve años que terminó llorando. “Ahí tenemos a un chiquito crucificado, que dice que él quiere, porque hay muchos niños que están muriendo por las guerras, el terrorismo y el hambre en el mundo”, dijo el cura Jesús Olmedo, organizador de la marcha. ¿Cómo explicar semejante disparate?
El Ministerio de Educación provincial adhirió a la marcha y las escuelas de Humahuaca no tuvieron clase para poder asistir. El acto central se realizó en la plaza Sargento Gómez, donde ocurrieron las “crucifixiones”. “Me están diciendo que el niño está derramando lágrimas de dolor y me preguntan si ya lo pueden bajar”, dijo Olmedo, luego.
Según informó el diario Página/12, el niño -cuya identidad no trascendió- es alumno de la escuela Primaria 408. La marcha transcurrió entre las 9 y las 12.15 y no se había informado que habría “crucifixiones”: la imagen desconcertó a los docentes, que adherían a los fines declamados por la marcha, pero no a esta modalidad humillante.
Olmedo dijo que el chico “quiso ser crucificado y su madre lo había autorizado a hacerlo. Lloraba porque hacía un poco de frío. Pero los hombres también lloran. El acto fue hermoso, todos quedaron encantados”. En un momento del acto, el cura le preguntó al chico crucificado si quería decir algo. Como no respondió nada, Olmedo dijo: “No quiere decir nada. ¡El silencio es más fuerte que el grito!”
“Yo creo que estos actos no hacen más que reproducir la opresión que la Iglesia Católica siempre aplicó sobre los pueblos originarios”, dijo a Página/12 Florencia Califano, tía de uno de los alumnos de la escuela. Para Califano. “Olmedo induce a la gente a hacer este tipo de actos. Es un perverso. Varias veces ha hecho que gente se crucifique en manifestaciones, y en los años noventa una vez hizo coserle la boca a unas mujeres”.