Celina del Carmen Olea festejó su último cumpleaños el 15 de febrero. Tenía 119 años y estaba enferma. Tuvo doce hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y hasta choznos.
Celina terminó muriendo por una complicación pulmonar. Su vida comenzó en 1897 en una granja tucumana de Famaillá, donde cultivaba, criaba animales, cocinaba mazamorra, paría hijos, les hacía pochoclo y les insistía para ir a la escuela para que tengan un futuro mejor al que ella había conseguido. Era analfabeta.
A fines de los 60 se mudaron con su esposo José Inocencio Segovia y el resto de los hijos a la casita del barrio Samoré, en Merlo, donde vivió hasta el jueves.
Hacía un tiempo que estaba en una silla de ruedas y sin hablar. Vivía con su hijo Alberto, el menor, que se quedó soltero para cuidar a su mamá. Su brazo izquierdo lo delata: tiene un tatuaje que dice “MAMA”.
Casualidades del destino, el jueves murió en Nueva York Sannah Mushatt Jones, la mujer más vieja del mundo según el Guinness World Records. Tenía 116 años. Como Celina, pasó gran parte de su vida en una granja rural. Ahora la persona más vieja es Emma Morano. Tiene 116 años y vive en Verbania, Italia. Allegados a Celina habían enviado documentos al Guinness. Faltaban papeles que entregar.