Hacer ejercicio es bueno y ayuda, entre otras cosas, a mantener el corazón sano y vivir más. Sin embargo, llevar el cuerpo al límite sin pasar por ciertos controles puede ser peligroso. La muerte súbita golpea, cada tanto, al mundo del deporte. Y no sólo afecta a los atletas de elite sino también a los aficionados y a los amantes de prácticas exigentes como el CrossFit. Contrario a lo que se cree, existen “pistas silenciosas” de algunas de las enfermedades que derivan en estas tragedias que pueden detectarse a través de estudios médicos y ser tratados a tiempo. Reducir las muertes en las canchas y en los gimnasios será uno de los temas que se abordará hoy en una charla que se realizará en La Rural, dentro del simposio previo al 42° Congreso Argentino de Cardiología del que participarán más de 1.800 expertos.
Según la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología, la principal causa de muerte súbita en el deporte en menores de 35 años de América es un engrosamiento de las paredes del corazón que se conoce como miocardiopatía hipertrófica. “En general, la persona que sufre esta afección no tiene señales de alerta ya que el primer síntoma suele ser la muerte. Pero esto no quiere decir que no existan signos para diagnosticarla”, explica Alberto Alves de Lima, cardiólogo y director de docencia del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).
Para llegar a esa “pistas silenciosas” es vital que la persona que quiera iniciarse en algún deporte pase por el médico. El especialista debe tener en cuenta cuatro elementos clave. “Primero, la realización de un electrocardiograma y, luego, un diagnóstico por imágenes a través de, por ejemplo, una resonancia magnética nuclear cardíaca. Esas son dos herramientas para detectar alteraciones en el corazón que pueden derivar en la muerte súbita como la miocardiopatía hipertrófica o la displasia arritmogénica del ventrículo derecho”, detalla Alves de Lima.
Gastón Albina, subjefe del servicio de Electrofisiología del ICBA, afirma que con los estudios pertinentes ambas patologías “se pueden detectar en el 90% de los casos” y así actuar en forma precoz para prevenir la muerte súbita que afecta a “una de cada mil personas”. En el control hay que atender, “en tercera instancia, a los antecedentes familiares y, en caso de que existan, recurrir a estudios de sangre y saliva para verificar si el paciente cuenta con cierta predisposición genética a sufrir la muerte súbita o no”, enumera Alves de Lima. Y agrega: “Muchas veces, la solución para los que tienen estas patologías es que dejen de hacer deporte. En otros casos, existen terapias farmacológicas y hasta se puede recurrir a la colocación de un dispositivo antiarrítmico”.
El deporte competitivo y de alto rendimiento aumenta las chances de muerte súbita. Y las disciplinas más riesgosas –según Roberto Peidró, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina– son las que implican cambios de velocidad. En la lista, figuran el básquet, el fútbol y el rugby. También actividades como CrossFit”, cuenta el cardiólogo especializado en Medicina del Deporte. “Pese a que en los maratones no suele haber cambios de ritmo, por su intensidad también son disciplinas de riesgo”, remarca el experto y pide cumplir con el apto médico y recurrir a controles periódicos.
“La Sociedad Europea de Cardiología demostró una disminución significativa de los casos a partir de la realización obligatoria de chequeos anuales que incluyan un electrocardiograma. La implementación de este estudio, entre 1982 y 2006 en Italia, provocó que los fallecimientos se redujeran en un 89%. Si bien en Argentina existen normas para replicar dicho esquema, los deportistas de acá no siempre las cumplen”, cierra Peidró.