La utilización del juguete reviste gran importancia para el desarrollo físico y psíquico de los niños, además, jugar es un derecho fundamental. Pero para muchos “bajitos”, una muñeca, un autito o una pelota puede ser un sueño. Silvia Moreno se hizo eco de esta necesidad y montó, en su casa, un “Hospital de Juguetes”, del que partirán 600 obsequios con destino a la comunidad de la iglesia Medalla Milagrosa el próximo Día del Niño.
“Va a hacer un año que mi hija murió de cáncer, con ella habíamos empezado a llevar juguetes a los hogares y nos pareció una linda idea, después de que ella se fue, como una forma de sobrevivir la tristeza me puse a arreglar chiches y se me ocurrió que sus amigas, que son mamás y que sus chicos van creciendo me los podían donar. Y así empezamos”, contó Silvia. Y agregó que “colaboraba con el merendero de San Alberto, pero haciendo tortas, chocolate… y de repente se me ocurrió que jugar a los chicos les gusta más”.
Como este espacio se trasladó, Silvia se acercó a la comunidad de La Medalla Milagrosa, donde para el Día del Niño reúnen a alrededor de 600 niños.
“Casi me muero cuando me dijeron 600 chicos”, recordó la mujer, pero el desafío no la amedrentó e incluso decidió sumar su granito de arena al trabajo que lleva adelante el padre Gustavo, de San Alberto, quien tiene una misión en Paraguay, a través de la que lleva donaciones a hermanos guaraníes. Y “cuando tiene lugarcito puede llevar algunos juguetes. Además, uno se va metiendo y empiezan los pedidos, una maestra que cuenta que trabaja en una escuela y que los chicos no van porque tienen frío, entonces pedimos ropa también”, sostuvo.
“Esto es todo como de entre casa, no tiene ninguna dimensión ni yo podría, tengo una amiga que me ayuda cuando puede y la hija de una amiga que colabora cuando tiene un ratito, pero hay que estar para juntar y recuperar 600 juguetes”, explicó la “sanadora de chiches”.
Y opinó que antiguamente uno le daba gran valor a los juguetes porque no se tenían muchos, “me crié en una familia de clase media bastante acomodada, debía de tener seis muñecas y un jueguito de cocina y era una ricachona total, pero ahora, con esto de que los juguetes se rompen, no duran nada, muchos chicos tienen toneladas, mientras otros añoran una muñeca, un autito o un juego para armar”.
Más allá de la felicidad que significa para un pequeño recibir un presente, envuelto y con moño como los prepara Silvia, “el juguete es necesario para el desarrollo intelectual, emocional y social. Permite funciones básicas de la maduración psíquica, como la asimilación, la comprensión y la adaptación de la realidad externa. Además favorece las habilidades de comunicación social. Es una preparación para la vida adulta”, aseguró la licenciada en Psicología María Inés Ríos.
Sanar el alma
“Lo que me impulsa es la gran necesidad, los juguetes son nada, es sacarle una sonrisa a un chico un minuto, no dura más que eso, pero estar en contacto con la gente, porque haciendo un esfuercito se puede empezar a llevar ropa o algo específico que hace falta para el otro”, señaló Silvia.
“Aprendí mucho, me enseñaron mucho, me enseñaron a salir del dolor, primero lo hacía con gran urgencia, por abarrotarme de trabajo, pero después uno va aprendiendo. Se aprende mucho, se acumulan experiencias, algunas muy tristes y otras muy alegres”, finalizó.
Para colaborar
Los juguetes que Silvia entrega son restaurados, por eso todo es bienvenido. Para colaborar pueden acercarse donaciones al comercio ubicado en Martín Fierro 3879, entre Martín Fierro y Tomás Guido o comunicarse al (0376) 154675750.