Hace rato ya que la vieja costumbre de la clase media argentina de pasar un mes entero de vacaciones quedó como algo de otros tiempos. Durante los últimos 15 años, casi todos los que tenían ese privilegio redujeron su estadía máxima a dos semanas. Sea porque se corta el tiempo de descanso en pequeñas porciones para todo el año, o porque el bolsillo familiar adelgazó respecto de los precios, este año se consolidan los “microveraneantes”, la clase turista que sólo viene los fines de semana.
Si las cifras de ocupación y de reservas varían –indefectiblemente- según quién las enuncie, existe unanimidad de criterio entre todos los sectores del rubro con este nuevo modo de descanso corto y fragmentado. “Es una tendencia que vemos que se da cada vez más”, le dijo a Infobae Ezequiel Álvarez, empleado de la recepción de uno de los hoteles clásicos del centro de Pinamar (4 estrellas, 2.200 pesos la noche). Lo explica con cifras: “Por ejemplo estimamos un 50% de ocupación de lunes a jueves de esta semana. Pero de viernes a domingo va a subir al 90%”.
Como propietario de una hostería y de varias propiedades en alquiler, Rubén Sued asegura que los “microveraneantes” también buscan departamentos (un dos ambientes sin grandes lujos cuesta entre 20 mil y 30 mil pesos la primera quincena). La nueva modalidad hace virar las formas de promocionar el alquiler largo, un estilo que para muchos ya es vintage. No muchos tienen claro todavía cómo. “Si uno quiere que vuelvan a venir por quincena hay que ver cómo hacer para competir con las 18 cuotas de un vuelo a Brasil”, es la sugerencia sin ironía de Sued. Para esta semana, su hotel tiene dos habitaciones ocupadas por cada 10 disponibles (por 2.200 pesos la noche).
En el inicio de la temporada hay un 65% de ocupación hasta el jueves, y llegará al 80% para el viernes, sábados y domingos.
La enorme mayoría de los que desembarcan los fines de semana llega de Capital, Conurbano o de la La Plata. El intendente de Pinamar, Martín Yeza (quien ayer cumplió 31 años), encuentra razones sociológicas para la nueva tendencia, no tanto económicas: “La vacación corta se acentúa y se terminó de instalar como una manera diferente de experimentar el descanso. Mucha de esa gente viene durante el año porque le queda cerca. En tres horas y media está acá. Parte de los desafíos de las ciudades balnearias es reinventarse en ese sentido”.
Inversores de su tiempo, los “microveraneantes” que pueden pagarlo diversifican sus días de descanso y placer a lo largo de las cuatro estaciones. “Con mi familia repartimos el tiempo todo el año. Preferimos venir un fin de semana a la Costa, hacer playa, visitar amigos, y por ahí después nos vamos a Brasil en marzo. Las cuotas son una ventaja para los descansos largos”, admitió Mariano, ingeniero de La Plata, con planes de llegar el viernes a la tarde a un dúplex que alquiló cerca del muelle.
La oferta hotelera representa en Pinamar el 20 por ciento del total de 270 mil camas disponibles. Según datos del Intendente, en el inicio de la temporada hay un 65% de ocupación hasta el jueves, y llegará al 80% para el viernes, sábados y domingos. Alfredo Baldini, de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica, no es tan optimista. “No llegamos al 40%. Por eso estamos esperando que rindan los fines de semana”, dice.
Sued coincide. Ve una situación “dramática” para este enero. Pero no pierde las esperanzas. Mira por la ventana. En la calle de arena tan típica de este pueblo de playa, dos chicos con la camiseta del Barcelona patean una pelota. Entonces el hotelero hace una mueca y sonríe: “Por ahí los Reyes Magos nos traen un regalo y desde el 6 de enero esto explota de gente”.