Por eso resulta tan extraño que se “virginise” tanto la maternidad. Nos incomoda pensar en las mujeres embarazadas, en la plenitud de su proceso reproductivo, como seres sexuales.
El cuerpo de la mujer embarazada está hecho para la sexualidad. Es, de una forma poco convencional, un cuerpo sexualizado: los pechos crecen, los genitales se llenan más de sangre y por tanto la vagina lubrica mejor, la piel y el pelo resplandecen y nos hace ver especialmente bonitas. Es la manera de la naturaleza de fomentar el acto sexual.
Además, muchas mujeres se sienten mucho más dispuestas. El cóctel hormonal incrementa el deseo sexual de la mujer embarazada y muchas experimentan más y mejores orgasmos en este estado.
La sexualidad es una necesidad que se traduce en la búsqueda de afecto, contacto, placer e intimidad. Todo esto ayuda a la mujer a mantener un estado de bienestar que es beneficioso para todos, inclusive para el bebé. Todo lo que la madre siente, lo siente el bebé. ¿Qué mejor entonces, que la mamá se sienta amada y plena?
Lo que podría ser un tiempo de plenitud sexual para la mujer y su pareja, se ve demasiadas veces nublado por varios mitos con respecto al embarazo y la sexualidad. El más común es el miedo a hacer daño al bebé durante la penetración. Miedo que se remedia con un poco de información y entendimiento de la anatomía.
Lo otro que sucede es que la mujer puede presentar una manchita de sangre después de la relación sexual. Esto llena a la mujer de culpa y miedo por la posibilidad de aborto. En realidad esto sucede porque el cuello del útero está más irrigado en este tiempo y puede sangrar. Pero a menos que sea una mancha de sangre como si estuviéramos menstruando, la verdad es que no hay peligro (a menos que sea un embarazo de alto riesgo. En esos casos ya el ginecólogo dará instrucciones en este sentido)
En consulta encuentro diversos disfunciones sexuales asociadas al inicio del embarazo o la maternidad, sin una explicación física clara. Falta de deseo sexual, incapacidad de alcanzar orgasmos, rechazo a la pareja. En muchos casos, entonces, el embarazo y la maternidad termina siendo un antes y un después en cuanto a la sexualidad. A veces la normalidad se recupera cuando nace el bebé y en ocasiones, esto no es así. En estos casos se hace necesario buscar ayuda profesional para ayudar a resolver cada caso.