Mientras deshoja una margarita para definir si se presentará o no como candidata en las elecciones de octubre, Cristina Kirchner dejó por un rato su rol de influencer política en Twitter y reincidió como youtuber.
En un video grabado en el lugar de los hechos, la expresidenta narra las consecuencias de la violenta protesta del viernes en la residencia de la gobernadora Alicia Kirchner. A su ya particular estilo le suma un aire del transitado “seguime chango” y, se puede decir, que el resultado es muy satisfactorio. Esto lo puedo afirmar con la autoridad que me da el carácter de ser un “conocido movilero”.
Sí, ese a quien se refiere la “conocida expresidenta” (es justo devolverle con la misma moneda) soy yo. En realidad, no habrá sido tan difícil localizarme dado que estuve un par de días en Río Gallegos, grabando por todas partes un informe para Telenoche con el que voy a tratar de explicar por qué razón Santa Cruz -una provincia bendecida generosamente con recursos naturales y humanos- hoy no le puede pagar el sueldo a jubilados, maestros, judiciales, médicos y empleados del Poder Legislativo.
La provincia K tiene petróleo, minerales, recursos pesqueros, turísticos ¡y además plata! Estos son algunos números:
– 670 millones de dólares en regalías petroleras mal liquidadas.
– 460 mil millones de pesos en 52 contratos de obra pública entre 2007 y 2015
– Ayuda mensual del gobierno nacional que ronda los 25 millones de pesos por día, cifra que ni Alicia Kirchner se animó a desmentir.
Con todos estos recursos y sólo 340 mil habitantes, Santa Cruz debería ser Suiza. No digo Alemania porque ahí andan mal con el tema de la seguridad. Pero lamentablemente, están muy lejos de todo eso. En Río Gallegos no arrancaron las clases, el Tribunal Superior de Justicia está tomado por los trabajadores desde hace 20 días y los jubilados acampan en la puerta del Instituto de Previsión Social desde hace 23 días. Es decir, esto no empezó ayer… ni el miércoles, fecha en que yo desembarqué en la provincia.
En el video que mencioné al principio, la “conocida expresidenta” dice que yo organicé a los manifestantes, les dije qué hacer, etcétera. Por suerte no dice que les di un choripán, porque, claro, eso no está tan mal. CFK o “CEP” (como la denominaré de aquí en adelante) está mal informada, miente o -quizás- las dos cosas.
Si se hubiese detenido un minuto a ver el video en donde se me puede ver trabajando (eso sí que escandalizó a muchos de los que me conocen) se daría cuenta de que lo que está repitiendo no es verdad. Ahora que es youtuber se va a enterar rápidamente de que no todo es tan fácil como se ve en la tele. Que a veces hay que grabar y volver a grabar porque hay mucho ruido, porque uno entra mal en el plano, porque hay una interferencia o lo que sea. Nada raro para señalar en el backstage a no ser que uno sea adicto a echarle la culpa a los otros de lo que es su responsabilidad.
La CEP también levanta suspicacias por la razón de haber estado yo en el lugar de la protesta en el momento en que se llevó a cabo. No entiende nada sobre el trabajo de informar: si yo voy antes o después de que pasó todo soy como un músico que llega después de la función. Así como son necesarios los políticos para firmar un contrato de obra pública, que un periodista esté en el lugar de los hechos en el momento indicado, lejos de ser un demérito, me llena de un sentido orgullo.
Llegado este punto tengo que confesar que, como todos quienes alguna vez fuimos jóvenes, me hubiera encantado encabezar una revolución. Para tomar el poder y renunciar al día siguiente ya que todos sabemos que los revolucionarios declinan indefectiblemente en dictadores, y que quienes se creen revolucionarios, a veces, también tienen esa tendencia. Pero lamentablemente no fue mi caso. Soy abogado y periodista del montón. Movilero sin nombre aunque conocido.
Un poco insufló mi ego el hecho de que una expresidenta millonaria me mencione casi casi como cerebro de un golpe de estado: creo que eso me va a sumar seguidores en Twitter. Sean de los que felicitan o de los que insultan da lo mismo, lo importante es que hagan un poco más conocido a este movilero y así un día, quizás, Cristina sepa mi nombre.
Con su mención siento que Cristina me tuvo en su más alta consideración ya que no puede ser interpretado de otra manera que yo, con dos días de actividad en la provincia, 660 pesos de viáticos por día y un auto alquilado pueda derrocar a un régimen que ya lleva 26 años encaramado en lo más alto del poder.
Siento decepcionar a Cristina pero no soy un revolucionario. Sé que ella se sugestiona con el tema pero, de hecho, debo confesar que llegué a la protesta casi de carambola. Es que todo el jueves lo pasé en Punta Arenas (Chile) tratando de remar una nota sobre argentinos que compran barato en el exterior, que para colmo fue un fracaso. Es que no había nadie comprando y a poco de andar nos dimos cuenta: no es que los santacruceños no se dejan seducir por las mercaderías a bajos precios, es que no tienen plata. ¡Claro! Si nos acercamos a fin de mes y casi nadie cobró.
Si tan sólo hubiese considerado los números que consigno al inicio de esta nota, me hubiese ahorrado el viaje: 262 kilómetros de ida y 262 kilómetros de vuelta. Como se ve, no soy ningún genio. ¿Era necesario aclararlo?
Lo cierto es que ya eran las 21 del viernes cuando recuperé la señal de celular, al entrar a Río Gallegos. Aproveché la nota fallida y contaba en ese momento con una campera bien de invierno para mi hija de 8 y unos auriculares con bluetooth para el de 12. Tenía eso en mi bolso, pero hasta esa hora, ninguna idea de revolución.
Fue en ese momento cuando empiezan a entrar mensajes de WhatsApp, Messenger y Twitter de muchos conocidos de la provincia, que decían que la gente estaba reuniéndose en la puerta de la residencia de la gobernadora. Y que también estaba Cristina.
Voy a decepcionarlos una vez más. Parece ser que no sólo no soy un comprometido líder revolucionario sino que tampoco, quizás, un buen periodista: en ese momento no creí que Cristina pudiese estar en la residencia de la gobernadora. Sólo quería irme a comer. ¿Qué iba a estar haciendo Cristina en esa casa a esa hora? Hacía unas semanas que Alicia no había podido salir de la Casa de Gobierno por la protesta de la gente en la calle. Si las cosas estaban tan espesas ¿para qué exponerse?
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Todas estas especulaciones demostraron en los hechos estar equivocadas y cuando llegué al lugar la cosa era seria. Me impactó mucho cuando al otro día me enteré que en el lugar sólo había cinco mujeres, entre ellas un bebé. Aunque suene muy cruel, creo que a muy pocos de quienes estaban ahí le hubiese importado eso. La gente estaba realmente furiosa. Zarandeaban la puerta de entrada de la residencia con locura insensata. La violencia era irracional y eso se sentía en el aire.
Luego todo fue de mal en peor. Gritos, fogatas en las calles, incidentes con policías. De repente terminan por romper el portón y algunos entran en la residencia. Luego balas de goma, gases lacrimógenos, heridos y cabezas rotas.
La violencia no tiene ningún tipo de justificación pero si, como se dice ahora, hay que aprender de lo bueno y de lo malo, quizás encontremos más pistas de lo que pasó en los 26 años del mismo régimen en la provincia que en el trabajo de dos días de este “conocido movilero”.