Después de nosotros como propietarios, el experto será la segunda persona más interesada en velar por el bienestar y el sano crecimiento del animal.
No son pocas las veces en que los propietarios estamos insatisfechos con la atención recibida y vemos que la salud de nuestro perro o gato ha sido perjudicada por una mala práctica veterinaria.
Igual que ocurre con los médicos que nos atienden, los veterinarios pueden cometer errores por inexperiencia o desconocimiento, entre muchas otras causas. Organizaciones animalistas, asociaciones protectoras, etc., reciben numerosas denuncias, ya sea de forma física o a través de las redes sociales, donde existen páginas en las que los usuarios plantean sus quejas.
Concepto de malas prácticas veterinarias
Hay que partir de la base de que ningún veterinario atiende a un paciente con la intención de hacerle mal o de causarle la muerte, sino que hacen lo posible para que la atención sea la adecuada, y así obtener la mejor respuesta en la salud de la mascota.
Entre las malas prácticas que suelen realizarse, están:
Mala comunicación con los dueños de las mascotas. Se trata de que la atención contemple un diagnóstico probable, pronóstico, posibles complicaciones, riesgos y efectos secundarios del procedimiento y de los medicamentos, tratamientos y terapias alternativas e informes claros y completos de la evolución del animal.
Cuando un tratamiento muestra su ineficacia, hay que realizar un nuevo diagnóstico y estudiar una nueva terapia.
Otra mala práctica es la realización de procedimientos médicos, clínicos o quirúrgicos para los cuales no está capacitado ese profesional en particular.
Cuando se va a realizar una intervención, es necesario implementar un examen clínico completo y pruebas de laboratorio necesarias, así como exámenes pre-quirúrgicos para garantizar el buen resultado de dicha intervención.
Una mala práctica bastante corriente es no generar los documentos que dan testimonio del actuar veterinario, tales como la historia clínica, los registros anestésicos, los análisis de resultados, la evolución clínica, etc.
La forma de actuar ante malas prácticas veterinarias
Las denuncias suelen presentarse cuando sucede algo grave, en la gran mayoría de los casos, o bien en el momento en que el animal fallece o sufre efectos colaterales graves. Es preciso evitar quejas temerarias y solicitar, en primer lugar, una copia del historial clínico del animal para evaluar, a partir de ahí, los pasos que se van a llevar a cabo.
Un factor a analizar es si se trata de una actividad médico veterinaria. Hay que tener bien presente que los servicios de peluquería y belleza, así como los de guardería, no suelen considerarse parte de las actividades propias de la medicina veterinaria.
Para comprobar la mala práctica veterinaria, el dueño del animal tiene que aportar alguna prueba de la conducta contraria a la ética profesional. Una vez que se tenga esta documentación, se puede proceder a interponer una queja ante el organismo correspondiente, el cual, tras comprobar la falta, puede imponer sanciones, desde la amonestación verbal o escrita hasta la suspensión en el ejercicio profesional por un período determinado, así como una indemnización al propietario del animal, todo en función de la gravedad de lo sucedido.
Estadísticas de malas prácticas veterinarias
Del total de estas quejas que se reciben, son muy pocas las que ocasionan la sanción al veterinario, pues una mayoría se desestiman porque no están bien probadas o porque el propietario de la mascota se orienta en el resultado final de la atención profesional, pero no tiene documentada ninguna acción.
Casi la mitad de las sanciones que se producen son a causa de negligencia, imprudencia o impericia en el ámbito quirúrgico, antes, durante y después de una cirugía, sobre todo en las operaciones de esterilización y ortopedia.
Consejos útiles ante malas prácticas veterinarias
*La clínica veterinaria elegida debe contar con el espacio e instalaciones adecuadas para la atención de la mascota, y hay que visualizarlo bien.
*El veterinario tiene ser un profesional acreditado y contar con las licencias expedidas por las autoridades competentes.
*La actitud del especialista y el personal auxiliar. Una buena comunicación es fundamental para la prevención y el tratamiento de cualquier enfermedad de nuestra mascota.