Madres e hijas, igualitas

Claves para entender por qué el match entre madres e hijas se convirtió en tendencia para las marcas de ropa

Que los chicos quieran vestirse como sus padres no es algo raro. Parte del crecimiento y la maduración implica imitar a los mayores. Lo que resulta curioso y significativo, sin embargo, es que las mismas marcas que visten a los adultos sean las que asumen el rol de facilitar -incluso estimular- esa imitación.

Hoy, miles de nenes (y sobre todo, nenas) tienen la oportunidad de vestirse como sus padres. A veces, replicando cual espejismos sus looks, otras haciendo adaptaciones de estilo. En nuestro país, firmas como Jazmín Chebar, Kosiuko, Wanama, Complot, Akiabara, Cher, Paula Cahen d’ Anvers y Paris by Flor Monis decidieron no sólo seducir a sus clientas, sino también a sus hijas. ¿Qué factores influyeron para que estar “igualita a mamá” se haya puesto de moda?

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Desplazamiento tecnológico

Hubo épocas en que la moda definía todo. La actitud, los valores, las etapas. Las prendas expresaban no sólo estéticas, sino cosmovisiones y niveles de madurez. La diferencia se acentuaba al usar algo que los padres (o lo hijos) no entendieran, no quisieran, no lograran llevar. Eso es pasado. Según Gustavo Lento Navarro, profesor de la Universidad de Palermo en el Área de Moda y Tendencia, para analizar por qué la estética de los niños empezó a fundirse con la de los adultos, hay que comprender lo siguiente: hoy, aquello que marca los rasgos generacionales no está en la ropa ni en nada demasiado tangible, está en los dispositivos, las aplicaciones, los formatos y los modos de experimentar la realidad y la virtualidad. La tecnología es la nueva tierra que divide las aguas. “Lo nuevo es abstracto, intangible, volátil, incapturable. Entonces ¿Qué importa si mi papá se viste igual que yo? ¿Qué importa si yo me visto igual que mi hijo? ¿Si tenemos los mismos tatuajes y piercings?-cuestiona. Lo generacional ya no se define tanto en el terreno de la moda sino por la tecnología y las prácticas que derivan de ella. Por eso la importancia, de la diferencia estética entre padres e hijos se suavizó tanto en todas las edades. La diferencia entre lo joven y lo viejo, lo adulto y lo infantil, está en otro lado”, resume.

El ageless y la horizontalidad de poder

Como consecuencia de este desplazamiento, surge un nuevo criterio. El ageless viene a reflejar una mirada mucho más desprejuiciada. En un mundo en el que los hipsters resignifican prendas “de viejos” y en el “los viejos” son celebrados en su audacia y riesgo, no es de extrañar que a los padres les divierta el “match”. Las relaciones de poder dejaron de ser tan verticales y la nueva horizontalidad, se refleja, en una complicidad estética entre generaciones. “Lo que sucede es que dejamos de considerar a un niño bien vestido como a alguien “disfrazado” de adulto, a verlo como una especie de adulto chiquito, parecido a nosotros, se nos despiertan otras reacciones. Hoy un nene puede usar una chaqueta de cuero como su mamá y es natural, canchero y usual” observa Evangelina Perez Vinaccia, directora Creativa de Complot.

El valor de desarrollar una identidad

Resultaba impensado hace pocas décadas que una madre le preguntara a su hijo qué ropa quería usar o que le pida que defina “su onda”. La estética para niños estaba estandarizada a un par de prendas cuyo mayor valor era la practicidad, resistencia y libertad de movimiento. Por entonces, considerar la posibilidad de exaltar la individualidad de un niño, podría haber sido considerado excéntrico y tal vez, hasta imprudente. Hoy eso ya no está en discusión; se alienta y se festeja que los chicos expresen sus diferencias, incluso las más radicales (como en el caso de las identidades de género). Es producto de los mismos avances tecnológicos que ellos cuenten con la data necesaria para hacerlo. “Hoy las nenas de ocho años no quieren todas lo mismo. Están diversificadas y tiene su personalidad. Tienen una claridad de criterio asombrosa. Notamos eso y por eso decidimos, este verano, lanzar una marca exclusiva que no se llama For Kids, sino llama For Girls”, explica Clara Forno, gerenta de producto y producción de Rapsodia.

La incursión en la vida adulta

“Hace no tanto, los adultos y los chicos casi no se mezclaban. Era impensado ver niños en muestras de arte, teatros, cócteles o restaurantes” observa Flor Monis de Paris by Flor Monis. “Esta «adultización» creó nuevas necesidades. No se trata solo de que los chicos estén acordes a los ámbitos en los que ahora se mueven, se trata también, de alguna forma, de que empaten con sus padres”, revela. ¿Se podría hablar entonces de una suerte de customización de hijos? “Yo no lo diría así pero, en el momento en que en lugares como Europa podés ver a parejas usando la misma marca, decorando su casa con la división «Home» de esa firma y hasta vistiendo celulares y notebooks en el mismo lugar, podemos empezar a hablar de un criterio consciente que se extiende hacia todo un estilo de vida”, concluye.

El negocio

Factores que determinan la incursión de las marcas al mercado for kids

. Los padres compran mucho y más para sus hijos. Son mucho más emocionales y culposos a la hora de gastar.

. Los chicos crecen rápido y necesitan ropa más seguido que los adultos.

. Los chicos rompen la ropa rápido y necesitan más que los adultos.

. A los chicos se les regala más ropa.

. Los márgenes de ganancia son considerablemente mayores comparados con los de la ropa de adultos.