Hace unos 200 millones de años, el supercontinente Pangea, que agrupaba la mayor parte de las tierras emergidas, comenzó a desgajarse. Se originó así una gran fractura, que separó África y Europa de Norteamérica y, con el tiempo, daría origen al océano Atlántico. No obstante, ciertos dinosaurios, como algunas especies de estegosaurio, que vivieron decenas de millones de años después, aparecen en el registro fósil a ambos lados del nuevo mar.
Ahora, el biogeógrafo griego Leonidas Brikiatis sugiere en un nuevo estudio que estos animales pudieron atravesarlo en dos momentos a través de dos puentes de tierra. Según indica en un artículo publicado en la revista Earth-Science Reviews, uno habría conectado la actual península ibérica con Norteamérica hace entre 154 y 151 millones de años, y otro se habría extendido desde esta última región hasta lo que hoy es Escandinavia hace entre 131 y 129 millones de años. Estas estimaciones parecen corresponderse con la antigüedad de los restos encontrados a ambos lados del océano.
Brikiatis señala que la brecha no debió ser muy profunda, aunque suficentemente ancha como para evitar que los animales terrestres la cruzaran a nado. Sin embargo, la actividad tectónica podría haber favorecido que emergieran en ella franjas de tierra de entre 80 y 160 kilómetros que les permitiría hacerlo. Estas las pudieron usar algunas especies de reptiles, mamíferos primitivos y dinosaurios, como ciertos alosaurios –unos terópodos carnívoros– y supersaurios –grandes saurópodos de unos 30 metros de largo–.
La subida del nivel del mar acabaría anegando estas rutas. Aun así, otros expertos han puesto en duda esta hipótesis. Por ejemplo, el paleontólogo Octávio Mateus, de la Universidad Nueva de Lisboa, señala en el portal ScienceNews que los dinosaurios podrían haberse desplazado por la zona que destaca Brikiatis antes incluso de que se formaran esos puentes de tierra.
