Por estos días se celebra en la Argentina la semana del educador: esas personas clave en el destino de las naciones. “Hombre, Pueblo, Nación, Estado: todo está en los humildes bancos de la escuela” decía Domingo Faustino Sarmiento. Pero en la Era del Conocimiento el rol del docente se vuelve aún más desafiante, multifacético y esencial.
Infobae habló de este tema con Melina Masnatta, quien es Lic. en Ciencias de la Educación (UBA), docente del área artística y Especialista y Tesista de la Maestría en Tecnología Educativa (UBA). Además, se desempeña como coordinadora del Laboratorio de Innovación Digital Fundación Huésped e Investigadora y Profesora en FLACSO y UBA. Co-fundó Chicas en Tecnología y el colectivo interdisciplinario de arte digital A.Mo.Ver. Es miembro de la red internacional de educadores Wikipedia Education Collaborative y desde hace 13 años diseña y desarrolla proyectos de innovación que articulan educación, arte y tecnología.
¿Cuál es la actitud general de los docentes frente a las herramientas que ofrece la tecnología? ¿Algunos se sienten amenazados? Antes la palabra del maestro y la del manual eran la verdad revelada. Ahora los chicos chequean la información, refutan al maestro.
Las reacciones son variadas. He visto profesores universitarios que prohíben Wikipedia, que es como prohibir el aire, en estos tiempos. Cuando converso con ellos y debatimos, entiendo las dificultades que expresan en cuanto a la incorporación de más conocimientos. A veces no se alcanza a comprender que la tarea del docente es muy difícil hoy en día. Hay que enfrentarse a un grupo de 40 ó 50 personas que aprenden de manera diferente y que tienen distintos objetivos. La verdad es que es desafiante y hay que entender que, profesionalmente, estamos en un momento de bisagra. Antes el docente decía la palabra y eso era irrefutable. Ahora el maestro debe hacer la pregunta. Cuando veo docentes que tienen buenas prácticas es porque se atreven a desafiar a ese joven y preguntarle “a ver, esto que dice acá: ¿Te parece que es así? O ¿De dónde sacaste esa información? ¿Es confiable? ¿Está chequeada? ¿Es una fuente primaria? Es en la pregunta y en la repregunta que empezamos a entender que el conocimiento es orgánico. Lo que tenemos ahora establecido es que estamos en un momento de mucha transición y de no entender qué hay que enseñarle al otro. Porque el mundo del trabajo y de la educación a futuro está cambiando drásticamente.
Antes el desafío era aprender a aprender; ahora es aprender a desaprender, todo el tiempo.
¿Desde dónde debería posicionarse el docente de hoy?
Siempre desde la pregunta. Motivar al estudiante para que busque y generé él el contenido. Se invierte el rol, pero no del todo, porque tampoco es una educación invertida 100%. Hay que entender que no por eso la autoridad del docente queda socavada o en detrimento, todo lo contrario, quien te desafía a pensar es ese docente que luego vas a recordar siempre.
¿La tendencia es la del conocimiento construido en forma colaborativa?
Totalmente, pero hay que saber cómo conversar con el otro, entender cómo hacerlo, porque es esencial para a construir ese conocimiento. Hay que aprovechar que estamos en un momento de la Humanidad único, en el que ya no vamos a volver a lo que conocíamos. Todo lo que estamos haciendo, conociendo y trabajando con el otro en esa conversación, es totalmente novedoso. Eso genera a veces cierto pánico y obliga a tener que salir de la zona de confort. Porque las tecnologías no preguntan: avanzan.
Vos que estas en los dos mundos, en el de la tecnología y en el de educación: ¿Qué consejos les darías a los maestros?
Yo recorro muchas provincias, y eso es importante para ver las distintas realidades. Cuando veo buenas practicas, y aspectos que se han ido validando, tienen que ver con ese docente capaz de preguntarse qué tipo de alumno quiere tener en frente, cómo lo mira y ahí hay algo que tienen que ver con los valores. Como sociedad muchas veces dejamos de pensar en los valores y esa la gran pregunta, es el ¿Para qué? ¿Para qué estoy acá? Y eso tiene cada vez menos lugar en la vida de los jóvenes. Por eso, cuando uno piensa en educadores como Philippe Meirieu – un francés muy conocido, experto en educación que pidió volver a dar clases en el secundario porque se dio cuenta de que estaba dando teoría y se había alejado de la realidad sobre la que teorizaba – él dice que el rol del docente es provocar el deseo en el otro. Cuando uno habla de deseo habla del componente ético. Es ¿Hacia dónde querés ir? ¿Qué querés encontrar? Y eso a veces nos lo sabemos, porque incluso a la sociedad le cuesta imaginárselo. En esas preguntas hay un diálogo entre ese docente y ese alumno en la que se comparte una comunidad ética. Es volver a despertar el deseo y que el alumno se pueda imaginar otras cosas. Es lograr que el mundo de ese chico no se limite a, por ejemplo, ser un gendarme (no quiero decir que haya nada malo en serlo), sino que lo que no es bueno es que un chico vea las opciones de su vida o de conocimiento limitados, cuando hoy la tecnología puede abrir ese universo. En eso el docente tiene un rol esencial en provocar al otro, en abrirle el horizonte.
¿La tecnología modifica la forma en la que se enseña, los objetivos?
Cuando veo a alguien que hace algo bien es porque empieza a leer al otro, a darle pautas para pensar y pensarse en el mundo. Y hoy el mundo es la tecnología, es acceder a internet, e incluso si no podés acceder, tenés otro montón de dispositivos con aplicaciones y miles de herramientas que abren enormemente el panorama.
Hay que cambiar el mundo de lo memorístico y de la cantidad de la información porque ya no tiene sentido, esa información está en todos lados. Es entender qué querés, para qué y a dónde querés llegar. Quizás no lo tengas en el mapa, pero sí hay que poder generar la rutina del preguntarse. La tecnología nos da la potencia de preguntar.
Por Muriel Balbi