La astronomía maya vivió un período de innovación entre los años 800 y 1000 d.C., durante el período Clásico Terminal, concretamente en la ciudad de Chichén Itzá, en la península mexicana de Yucatán, y posiblemente bajo el auspicio de K’ak’ U Pakal K’awiil, “una de las figuras más prominentes de la ciudad”, según Gerardo Aldana, profesor de Antropología y Estudios Chicanos en la Universidad de California en Santa Bárbara. Durante este período fundamental de la cultura maya, un astrónomo anónimo hizo una observación minuciosa de Venus que permitió ajustar el calendario y celebrar los ritos cíclicos de forma más precisa. “Realizaban actividades rituales y, cuando esto ocurría, toda la ciudad se juntaba y celebraba ciertos eventos basados en la observación de Venus”, destaca Aldana.
Venus fue muy importante para los mayas, hasta el punto de programar sus guerras y realizar sacrificios basándose en su observación. Gerardo Aldana ha estudiado el Códice Dresde, el manuscrito conocido más antiguo de América, y en concreto ha examinado la Tabla de Venus, célebre por sus exactas observaciones sobre la aparición y desaparición de Venus en el firmamento, un fenómeno que los mayas relacionaron con la muerte y el renacimiento. Aldana cree que la Tabla de Venus ha sido “malinterpretada y enormemente subestimada” desde que fue descifrada a finales del siglo XIX, según explica en un comunicado la Universidad de California en Santa Bárbara.
“He argumentado en otra parte que la reconstrucción del procedimiento de corrección de la Tabla de Venus del Códice Dresde por los eruditos modernos ha supuesto una carga excesiva por el interés en relacionar el calendario maya de cuenta larga con las cronologías cristianas”, afirma Aldana en un artículo publicado en Journal of Astronomy in Culture. Aldana está diciendo que si tratamos de descifrar un texto astronómico maya utilizando el día del calendario occidental como unidad básica, entonces “el error irá en aumento”. Para Aldana la clave no está en la numerología sino que hay que interpretar estas observaciones de Venus como registros históricos: lo que motivó estos hallazgos mayas no fue un interés exclusivamente científico por saber cuándo iba a aparecer Venus, sino que fue una consecuencia de sus ritos cíclicos, una información que fueron recogiendo a lo largo de los siglos. “Supongamos que tenían registros históricos, que conservaron estos registros históricos de eventos astronómicos y que los consultaron en el futuro, de la misma manera que hicieron los griegos y los egipcios. Y esto es lo que hicieron: los conservaron durante un período prolongado y detectaron unos patrones en ellos. La historia de la astronomía occidental está completamente basada en esta premisa”, concluye.