Libido, ¿Dónde estás, que no te puedo encontrar?

La cuestión del sexo en el puerperio es uno de esos momentos complicados de la vida de pareja.

El problema de la falta de libido cuando tenés un bebé no es la falta de sexo. Una podría estar meses y meses así y ser la mujer más feliz del mundo. El problema con el que tuvimos que lidiar muchas de nosotras después de convertirnos en madres es la culpa que te da pensar en el celibato que les estamos haciendo pasar a nuestras parejas.

¿TENGO QUE HACERME MONJA?

Cuando nació mi primera hija, y hacía rato que habíamos dejado toda práctica sexual, yo le preguntaba: “Y vos, ¿cómo hacés?” (tratándolo un poco de sexópata, puede ser). Mi marido me decía: “Yo me las arreglo, no te preocupes…”.

¿Qué es “yo me las arreglo”? ¿Me estás metiendo los cuernos?, ¿te estás toqueteando a cuatro manos a mis espaldas, PERVERTIDO?

Incluso estaba tan, pero tan asexuada que podía enterarme de que él había estado con un harén entero y hubiera pensado: “Y sí, con alguien tiene que estar, pobre chico…”.

Es que, cuando hay un bebé de por medio, todo colabora para que seas una mina sexualmente inactiva: estás todo el tiempo en contacto con fluidos de todo tipo, tus tetas son el alimento del bebé e intocables para muchos hombres y, como para completar el combo, por lo general es una etapa en la que usás esas bombachas enormes con faja para ayudar a que todo vuelva a su lugar y esos corpiños de abuela para amamantar que te hacen pensar que deberías irte a vivir a un convento con la criaturita.

LAS CACHONDAS

En el otro wing están las embarazadas hot, las que están todo el tiempo calientes, aunque ni siquiera ellas zafan de que a sus parejas les pueda dar un poco de impresión estar con ellas en su estado.

Y después -como siempre-, está “la celebrity extraterrestre”, a la que le pasan cosas que a ninguna otra mujer le suceden. Son esas que vemos en las revistas: “Celine nos muestra su escultural figura a 18 días de ser madre”. Y en la nota declara: “Tener un bebé nos erotizó más como pareja”.

BUSCAR EL HUECO

En la vida real, las cosas son bien distintas. Con chicos chiquitos en casa, las noches suelen ser más de niños que se pasan de una cama a la otra o de quedarnos dormidos en sus camas mientras les contamos por enésima vez el mismo cuento, de vasos de agua, amiguitos que se quedan a dormir, colchones meados que tenemos que ventilar…

Por eso, cuando, cada tanto, los planetas se alinean y todo coincide (estar solos, estar en un lugar adecuado, tener un poco de tiempo, estar calientes, despiertos, mínimamente aseados…), hay que aprovecharlo a full, porque nunca sabés cuándo el fabuloso milagro puede volver a ocurrir. .

Por Dalia Gutmann