Tras escuchar varias voces a favor y en contra, el plenario de comisiones de Educación y Salud de la Cámara de Diputados dio hoy dictamen al proyecto de ley sobre Dificultades Específicas del Aprendizaje, más conocido como “Ley de Dislexia”, lo que abre la puerta a que avance su tratamiento en el recinto. El proyecto, presentado por la senadora María Laura Leguizamón (FPV), tiene media sanción del Senado desde octubre de 2015.
Alrededor del 10% de la población sufre dislexia: en la mayoría de las aulas argentinas hay por lo menos un chico con este trastorno de aprendizaje, que es hereditario y genera fracaso escolar. El proyecto determina que las obras sociales y prepagas cubran los tratamientos: hoy solo el diagnóstico cuesta un promedio de 4.000 pesos.
Ayer a las 15.30 la Asociación Dislexia y Familia (DISFAM), principal impulsora de la ley, organizó un abrazo al Congreso. Hace unos días, la iniciativa había recibido el apoyo público de Marcelo Tinelli, entre otras celebridades que se expresaron a favor de la ley.
La dislexia es el trastorno del aprendizaje más frecuente, definido por las neurociencias como “neurobiológico” y hereditario, que impide que los chicos aprendan a leer de forma fluida y precisa. Distintas investigaciones en Estados Unidos y Europa señalan que afecta a entre el 5 y 10% de la población.
El proyecto de ley que discutirá Diputados prevé que estos alumnos reciban un “abordaje integral e interdisciplinario”, exige una “detección temprana de las necesidades educativas” de los chicos y establece un sistema de capacitación para que los docentes sepan cómo adaptar la currícula para ellos. También establece que las obras sociales y prepagas cubran los tratamientos, al incluirlos dentro del Plan Médico Obligatorio.
La mayor resistencia al proyecto viene de algunos psicoanalistas que argumentan que la “dislexia” no existe o se utiliza como una etiqueta que estigmatiza a los chicos. “El niño que tiene dislexia y no cuenta con un diagnóstico recibe otras etiquetas: los tildan de vagos; ellos mismos empiezan a sentir que no les da la cabeza. Esos son los verdaderos estigmas”, plantea Gustavo Abichacra, pediatra y presidente de Disfam. Abichacra subraya que “es fundamental la detección temprana, a los 3 o 4 años”.
Disfam y otras organizaciones impulsaron normas para que las escuelas se adapten a la dislexia en provincia de Buenos Aires, donde rige una resolución desde 2013, y en Neuquén, donde este año se aprobó una ley provincial.