La “ira”, los “celos” y el “resentimiento” que Fernando Farré tenía hacia su esposa Claudia Schaefer lo llevaron hace siete meses a apuñalarla y degollarla en el vestidor de la casa que alquilaban en el country Martindale de Pilar, en un hecho en el que comprendió la criminalidad de sus actos y dirigió sus acciones, según las conclusiones de las pericias psiquiátricas y psicológicas a las que accedió Télam.
Claudia Schaefer fue asesinada por su esposo en agosto de 2015 en la casa que alquilaban para los fines de semana en el country Martindale de Pilar, durante una cita que habían pautado junto a sus respectivos abogados para que la mujer retirara sus pertenencias de esa vivienda, en el marco del proceso de divorcio que llevaban adelante.
En un determinado momento el hombre quiso hablar a solas con Schaefer y fueron al vestidor de la habitación principal, donde el hombre la atacó con dos cuchillos. La autopsia determinó que el hombre le dio 74 puñaladas. Utilizó dos cuchillos en forma simultánea, uno en cada mano. El corte más profundo fue en el cuello, y fue el que le provocó la muerte.
Schaefer y Farré tenían tres hijos en común. Y estaban en medio de un conflictivo proceso de separación. Quince días antes del crimen, Schaefer había radicado una denuncia contra Farré en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema por un episodio en el que el hombre la redujo, le puso la rodilla en la cara delante de los hijos y la empleada.