En lo que a impacto de enfermedades como el cáncer se refiere, sí vale eso de que la mujer es el “sexo débil”. Al menos en América Latina, según aseguraron en un Foro de Periodismo Científico, las madres, esposas, hermanas e hijas dedican en promedio 35 a 50 horas a la semana al cuidado de familiares con la enfermedad. Y en ellas mismas, como pacientes, la dificultad de acceso a la detección temprana y al tratamiento de tipos de cáncer como de útero o mama se traduce en mayor mortalidad en países en vías de desarrollo.
En América Latina es frecuente que las principales afectadas por la carga del cáncer sean las mujeres, tanto directa como indirectamente. Ya sea como pacientes o como cuidadoras, son ellas quienes llevan el mayor peso cuando el cáncer aparece en la familia, y esta situación repercute negativamente en la sociedad. A su vez, la mujer es un valioso recurso para introducir cambios positivos que permitan reducir la carga global de esta enfermedad.
Esta temática se abordó durante el V Foro de Periodismo Científico en Salud “Roche Press Day 2016”, un encuentro destinado a periodistas de la región que se acaba de realizar en San José, Costa Rica.
Durante el panel de discusión sobre “Las barreras de acceso al tratamiento de cáncer de la mujer en América Latina y su impacto socioeconómico”, la doctora Maira Caleffi, presidente de la Federación Brasileña de Instituciones Filantrópicas de Apoyo a la Salud Mamaria (Femama), comentó que “el cáncer de mama es el tipo más común de cáncer y la principal causa de muerte por esta enfermedad en las mujeres de todo el mundo”. Sin embargo, “no debe ser una sentencia de muerte”, afirmó. Al referirse a la región, resaltó que “existen demasiados turnos médicos diferentes en distintos momentos, lo que crea una carga adicional importante. Creo que si pudiéramos reducir el número de consultas proveyendo sesiones de apoyo multidisciplinarias con especialistas en el tema (del área médica, psicológica y legal, por ejemplo), el impacto en la mujer y en su posibilidad de seguir con su vida sería menos traumático. No deberíamos dar sólo tratamiento, sino ayudarla a atravesar todo el proceso”.
En este sentido, Allan Bejarano Sandoval, líder del programa “Navegadoras” del Hospital San Juan de Dios de Costa Rica, destacó la iniciativa Mujeres que Salvan Vidas realizada en su país, que logró reducir hasta 8 meses el ciclo de atención de pacientes con cáncer de mama. El programa consiste en designar a mujeres sobrevivientes de cáncer para acompañar a las nuevas pacientes y orientarlas en la “navegación” por el sistema de atención. La experiencia con 215 mujeres en proceso de navegación acompañadas por 10 mujeres navegadoras permitió asegurar una atención efectiva, eficiente y de calidad y mejorar su calidad de vida.
“El objetivo del programa de navegación es que las mujeres puedan recibir una atención ágil y con calidad sin mayores contratiempos. Las mujeres que tienen la misión de apoyar a estas pacientes les recuerdan las citas, las ayudan a conseguir las referencias cuando las requieren y las orientan en todos requerimientos hospitalarios durante el proceso de tratamiento”, reveló el especialista, quien además se desempeña en la Caja Costarricense de Seguro Social y en la Universidad de Costa Rica.
En términos de detección, por ejemplo, diversos estudios probaron la importancia de impulsar el monitoreo o screening de algunos tipos de cáncer, que cuando se tratan en forma precoz tienen una mayor probabilidad de mejoría o curación para el paciente, y que a su vez insumen menos recursos al sistema de salud. No obstante, según una investigación las prácticas de monitoreo varían enormemente a lo largo de América Latina y el Caribe: desde programas de escasa adherencia o cobertura, hasta proyectos de implementación muy tardía o insuficiente.
La mujer como paciente
Si bien la incidencia del cáncer en América Latina es similar en hombres y mujeres, según Globocan, la base de datos online de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC, por su sigla en inglés), existen otros factores que agravan el impacto del cáncer en el sexo femenino.
Por un lado, la falta de prevención: 93% de los casos de cáncer de cuello de útero son prevenibles mediante vacunación y screening, y sin embargo continúan siendo la tercera causa de muerte por cáncer en la mujer en América Latina. Por el otro, la dificultad de acceso a la detección temprana y al tratamiento del cáncer de mama, que se traduce en mayor mortalidad en países en vías de desarrollo, en comparación con países desarrollados.
Caleffi destacó que “el cáncer de mama es el tipo más común de cáncer y la principal causa de muerte por esta enfermedad en las mujeres de todo el mundo”. La mayoría de los casos se detectan en regiones en vías de desarrollo, tales como América Latina, en donde cada año más de 152 mil mujeres son diagnosticadas con esta enfermedad. “En nuestra región las pacientes deben enfrentar numerosos desafíos, desde largos períodos de tiempo para recibir el diagnóstico hasta recibir el tratamiento. Las organizaciones de pacientes tienen un rol clave para ayudar a superar estas barreras”, destacó.
La mujer como cuidadora
En el mundo, las mujeres dedican sustancialmente más tiempo que los hombres al cuidado de pacientes sin recibir pago por ello. Lo más frecuente es que quienes cuidan a un paciente con cáncer sean las madres, esposas, hermanas e hijas, que dedican en promedio 35 a 50 horas a la semana a esta tarea. Ello puede producir un deterioro de la salud, el bienestar y la economía de las cuidadoras.
Un estudio realizado sobre el tema halló que un tercio de las mujeres que trabajan en forma remunerada redujeron sus horas de empleo, y 29% de ellas perdieron un ascenso, una capacitación o un proyecto por cuidar a un paciente.
Las mujeres constituyen más del 40% de la fuerza laboral mundial, y su trabajo sin remuneración tiene un valor monetario que va desde 10% a 39% del PBI.
A medida que la calidad de vida de una mujer se deteriora como paciente o como cuidadora, menor es su capacidad de continuar con su trabajo (remunerado y no remunerado), lo que implica severas consecuencias para la prosperidad y el desarrollo de la sociedad.
En este sentido, el Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº 5 de las Naciones Unidas propone “reconocer y valorar el trabajo doméstico y de cuidado mediante la provisión de servicios públicos, infraestructura y políticas de protección social, así como la promoción de responsabilidad compartida dentro del hogar y la familia”.
El cáncer en la mujer argentina
Según las estadísticas del Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Reporte (SIVER) del Instituto Nacional del Cáncer (INC), el cáncer más frecuente en el país es el de mama, que ocasiona más de 19 mil nuevos casos anuales, lo que representa el 32,2% del total.
También es el tipo de cáncer que más muertes produce en mujeres en el país, con 5.645 fallecimientos en 2014. Cabe destacar que la mortalidad por cáncer de mama en la Argentina disminuyó en forma sostenida y estadísticamente significativa, a un ritmo de 0,8% anual en el periodo 2000-2011 y 2,1% anual entre 2012 y 2014. Con detección temprana se reduce el riesgo de mortalidad por cáncer de mama, ya que los tumores de menos de 1 centímetro tienen hasta 90% de probabilidades de curación.
Los otros cánceres frecuentes en la mujer son el colorrectal (10,5%), el de cuello de útero (8,2%), el de pulmón (5,9%) y el de ovario (3,8%).
En cuanto a muertes por cáncer en la mujer, los datos de 2014 publicados por el INC indican que después del cáncer de mama se ubican el cáncer colorrectal (3.400 defunciones); el de pulmón (3.027 fallecimientos); el de cuello de útero (2.691 muertes); y el de ovario (1.118 decesos), según los registros de mortalidad de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS).