Las especies más amenazadas del país son el yaguareté, el macá tobiano y el delfín franciscana

Están en peligro de extinción a causa de la deforestación, la modificación de sus hábitats naturales, la cacería furtiva y la pesca, reveló un informe de la Organización Mundial de la Conservación, difundido por Vida Silvestre.

“Hoy estamos consumiendo muchos más recursos de los que el planeta nos puede brindar”, dijo Manuel Jaramillo, director de la fundación Conservación de Vida Silvestre.

El informe que hicieron señala que en los últimos 40 años el mundo perdió el 58 por ciento de su biodiversidad, dedica un apartado a la situación en la Argentina y destaca como una de las especies actualmente en peligro al yaguareté, que fue declarado Monumento Natural en 2001 para resguardar su ambiente natural y perseguir su caza furtiva, los principales factores que atentan contra su conservación.

“Entre 1996 y 2004 el yaguareté sufrió una drástica disminución de su población en la selva misionera por el cambio de uso del suelo producto de la deforestación y la cacería furtiva sobre sus principales presas (los pecaríes, corzuelas y el tapir). Hoy registra un leve aumento en la cantidad de individuos por los trabajos de conservación de la especie”, señaló el estudio.

En cuanto al macá tobiano, una especie de ave que habita únicamente en Santa Cruz, el informe señala que “su población se encuentra altamente amenazada por la modificación de su hábitat debido a la construcción de las represas Kirchner y Cepernic sobre el río Santa Cruz y la presencia de especies exóticas que los depredan”.

Asimismo, el delfín franciscana “es el más amenazado de la costa argentina, donde quedan menos de 30.000 individuos y figura como especie prioritaria de conservación en el Plan Nacional de Mamíferos Marinos. Su principal amenaza es la captura incidental por pesca con redes agalleras”.

Con respecto a la deforestación, el estudio precisa que la zona del Gran Chaco es considerada una de las diez regiones a nivel mundial donde se proyecta a gran escala o degradación severa hasta el 2020 para uso agrícola y ganadero.

“Sólo entre 1987 y 2010, 6,4 millones de hectáreas de bosque y 1 millón de hectáreas de pastizales en el norte de Argentina se convirtieron a la agricultura. Principalmente, el área de soja se expandió alrededor de 11 millones de hectáreas” y para 2020 está previsto aumentarla a 22 millones, y a 54 millones la de producción de carne, detalló la WWF.

En tanto, el sector energético genera en el país el 50 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), responsables del cambio climático.

Y concluyeron: “El país tiene pendiente profundizar políticas de uso eficiente y racional de la energía con las que se evitaría generar 6.000 megavatios (MW), lo que equivale a dos represas hidroeléctricas similares a Yacyretá y un ahorro en costos de capital de 31.000 millones de dólares para 2030”.

“Tenemos que prestar atención a nuestro consumo y asegurarnos de que devolvemos a la naturaleza algo de lo que tomamos de ella, si es que queremos garantizar la vida tal como la conocemos”, advirtió Jaramillo.

Será precisamente en 2020 cuando comiencen a implementarse los compromisos asumidos por 195 países en la Cumbre del Clima en París (2015), que junto con los objetivos internacionales de conservación se espera que puedan ayudar a lograr las reformas necesarias en los sistemas de producción de alimentos, energía y finanzas para proteger la vida y los recursos naturales.

“Estamos tomando conciencia de que nuestra especie está llevando a la extinción a muchas otras especies, por eso el concepto de ‘Antropoceno’ es relevante para intentar llegar al corazón de la gente y decir que todos podemos ser parte de la solución”, concluyó Jaramillo.