Y es que por más que nos pese, una mascota no es una persona (aunque ya sabemos aquello de “algunos son mejores que muchas personas”) y “humanizar” a tu amigo puede traer graves consecuencias tanto para nosotros como para ellas.
Dificultades para socializar
¿Quién no ha visto en la televisión a los famosos que visten a sus mascotas como ellos? Parecen casi personas por su ropa, sus gestos e incluso sus miradas. Esto genera que el perro se acabe creyendo superior y que no quiera socializar con otros canes, lo que puede restar calidad a su vida.
Los perros son animales de manada, y aunque estén domesticados siempre necesitarán tener contacto con otros canes. Privarles de esto por humanizarlos no es sano ni para ellos ni para nosotros, pues el animal podrá tener episodios de ansiedad, estrés e incluso agresividad.
Pérdida de identidad
Un perro que orina en el wáter no es un perro. Es cierto que haber conseguido que un can haga sus necesidades en un baño es todo un logro, pero el animal no tendrá muy claro qué hacer y es posible que le extrañe ver a otros animales levantar la pata para hacerlo.
Y es que un perro es un perro y por tanto, debe actuar como tal.
Cuando queremos humanizar a nuestra mascota se pasa por alto algo muy importante: sus necesidades. Si queremos alimentarlo con nuestra comida, olvidamos que él necesita nutrientes para sus huesos y su organismo que solo una comida preparada especial para perros y de alta calidad puede aportarle.
Cuando queremos que duerma en nuestra cama, nos olvidamos que quizá un día nosotros no estaremos y, ¿qué hará él entonces?
Cuando queremos que vaya en un carrito como si fuera un bebé, se nos olvida que un perro necesita correr y saltar y ensuciarse para ser feliz y ser lo que es: un perro.
Cuando queremos llevar a nuestro perrito a pasear por un parque metido en una cestita se nos olvida que nuestro animalito necesita socializar con otros canes y también con otras personas.
Se pierden los principios de jerarquía
Humanizar a nuestra mascota puede llevar a que el animal no sepa quién manda. Como hemos explicado en muchas ocasiones, los perros necesitan un líder y que cuando no lo tienen se autoproclaman como tal.
Al humanizar a nuestro can es posible y muy facil perder el equilibrio entre lo que puede o no puede hacer. Esto le puede hacer creer que es el líder de la manada y que puede hacer lo que quiera y que todo los demás están a su servicio y disposición, generando comportamientos agresivos que pueden llegar a causar trastornos graves en el animal.
Dejar de humanizar, ¿dejar de mimar?
Todo esto no significa que debamos dejar de mimar a nuestros animales ni mucho menos. El secreto está en encontrar el equilibrio, en no dejar que crea que puede hacer lo que quiera, en que nos identifique como los que mandan pero que a la vez se sienta amado y protegido.
Esto parece más difícil cuando se escucha de lo que en realidad es. Solo enseña a tu perro a obedecer órdenes pero a la vez hazlo sentirse amado y que forma parte de tu familia.
Hazle entender al resto de la familia que aunque tu mascota forma parte de ella, hay ciertos límites que debéis marcarle tratándolo con amor pero como a un animal.