Es muy común confundir lo retro con lo vintage. Pero hay una diferencia muy importante. Mientras que el estilo vintage se compone de piezas originales, el estilo retro incluye muebles y accesorios que han sido fabricados hoy, pero con un diseño basado en tiempos anteriores. Es por eso, que los mejores diseños se consiguen en mercados de pulgas, casas de antigüedades o lugares que venden productos de demolición.
Un buen punto de partida para sumergirse en el circuito comercial vintage es el barrio de Colegiales, más precisamente la manzana limitada por las calles Concepción Arenal y Martínez, y las avenidas Dorrego y Álvarez Thomas. Allí se encuentra El Mercado de la Pulgas, un clásico porteño que atesora piezas únicas de los años 50, 60 y 70 a precios accesibles y donde se puede regatear.
“El secreto de este estilo es la mezcla y la armonización con los demás objetos. El estilo vintage es afín al minimalismo y al estilo escandinavo por lo que su mezcla transmite mucha personalidad”, precisó Verónica Derderian, decoradora de interiores. “Incorporar mobiliarios y objetos recuperados del olvido, modificar su uso y generar nuevas tendencias son los principales atractivos de este tipo de decoración”, explicó.
En Palermo, en cambio, pueden encontrarse locales muy coquetos con productos más sofisticados. Especialistas en diseños escandinavos y americanos de los años 50 y 60, Vassily comercializa muebles cien por ciento reciclados ya que desarma las piezas por completo y las retapizan con telas de De Levie. “Lo vintage es muy icónico y con mucha identidad, por lo cual no se debe abusar. Con uno o dos objetos podemos darle ese ‘toque’ a cualquier ambiente. Me parece mucho mas creativo y divertido hacerles una pequeña transformación, ya sea en su color o cambio de uso, para que queden listos para una nueva vida”, precisó Berni Gatti, dueño de Vassily.
Cómodas, sillas, sillones, sofás, mesas ratonas, de cocina y comedor forman parte del exclusivo catálogo de La Mersa y Estación Ortíz. “Por más que los objetos sean reparados por completo siguen conservando su estética vintage. Esto lo define su morfología, sus líneas y sus materiales”, aseguró Mauro Gulfo, de La Mersa, local que vende muebles restaurados con técnica de anticuario del año 30 a 70, obras de arte y objetos originales.
“Para recrear un ambiente vintage se usan mucho las estampas con inscripciones o imágenes de objetos retro como, por ejemplo, una antigua cámara de fotos, una coronita, un globo aerostático o un texto diseñado con firuletes y tipografías antiguas. No puede faltar una dirección o la referencia de algún año”, recomendó la arquitecta Clara Carluccio, de Estación Ortíz, que además brinda la posibilidad de comprar on line.
En zona norte, la opciones se multiplican y al tradicional recorrido por el Puerto de Frutos se suma el paseo por La Feria del Anticuario de Acassuso, una especie de túnel del tiempo donde nos encontramos con los objetos más inimaginables: desde cristalería y porcelana hasta muebles, artefactos de iluminación y relojes. Pero su particularidad es que además permite vender y canjear.
En Nordelta, Taller La Reciclera se especializa en la recuperación de mobiliarios de diseño nórdico e industrial y estilo vintage. También en Tigre, Galpón Vintage hace todo tipo de trabajos a medida o pedido e incorpora a su catálogo objetos de decoración, heladeras antiguas, televisores, tocadiscos, lámparas y artículos de náutica, entre otros. Pero los que buscan sillones, butacas, mesas ratonas, bibliotecas, juegos de comedor y accesorios para livings y salas de estar encuentran en El galpón de Tía Ñata y Casa Galpón todo lo que necesitan.
“No hay que romperse la cabeza pensando si el objeto combina o no combina. Estos se destacan por sí solos y crean una armonía con el espacio naturalmente. Simplemente, hay que animarse a usarlos”, concluyó la arquitecta Carluccio.