En un año en el que la nostalgia y los retornos marcaron buena parte de los contenidos televisivos creados por Netflix, Gilmore Girls: A Year in the Life probablemente resultó el más creativamente rico y fiel a su propia leyenda. Eso no quiere decir que los cuatro episodios de 90 minutos -y algo más, en el caso del último-, fueran siempre perfectos y acertaran todas las notas, pero lo mismo sucedió con los más de 150 capítulos de la serie original.
A veces geniales y a veces demasiado Pinterest y adorables para su propio bien, las siete temporadas de la ficción creada por Amy Sherman-Palladino, demostraron lo que una dramedy con grandes personajes y notables guiones puede hacer. Por un lado, cultivar una legión de fanáticos empedernidos en todo el mundo y, por el otro, permanecer en la memoria de los espectadores, transformado en un artefacto de la cultura popular tan citable e inolvidable como los cientos que aparecieron en esos diálogos a la velocidad de la luz entre Lorelai ( Lauren Graham ) y Rory (Alexis Bledel). Y que ahora vuelven, una estación del año a la vez. Para quienes aún no terminaron de ver los cuatro flamantes telefilms que ya están disponibles en Netflix.
Invierno
Todo comienza con el reencuentro del dúo dinámico. Lorelai y Rory se vuelven a ver, después de lo que “parecen años” de separación, en el centro de la plaza de Stars Hollow, el pueblo que aman y las ama a su vez. La recorrida incluye una puesta al día, una aparición especial de Lane (Keiko Agena), todavía la mejor amiga de Rory, y otra de Kirk (Sean Gunn), todavía el más excéntrico en una aldea de excéntricos. Y si esa vuelta funciona a las mil maravillas, con un poco de nostalgia, otro poco de humor y emoción, la premisa de la vida actual de Rory, una periodista freelance resuelta a disfrutar de no tener casa ni ataduras, pone al personaje en una trayectoria algo desordenada y no demasiado interesante. Pero por supuesto, lo mejor del primer episodio del cuarteto vuelve a ser, como antaño, la compleja relación entre Lorelai y Emily (Kelly Bishop). Todos los viejos conflictos y heridas están enfatizados por el duelo por la muerte del patriarca, Richard Gilmore (Edwad Herrmann). Sherman- Palladino no sólo homenajea a su personaje y al actor que lo interpretaba (que falleció en 2014) sino que produce una de las escenas más conmovedoras de toda la serie con madre e hija en el centro del torbellino.
Primavera
Las cosas se complican bastante para las chicas Gilmore aquí. Es tal vez el episodio con menos aciertos del retorno: sus noventa minutos están dedicados a poner los cimientos para los varios tropezones que tendrán las protagonistas tanto a nivel profesional como emocional. A la alegría de volver a ver a algunos de los personajes más entrañables del pueblo se contrapone el hecho de que aparecen en una asamblea comunal (bien) en la que se discute la falta de gays en Stars Hollow (muy cuestionable recurso de guión, que intenta ser humorístico y no lo logra). Una subtrama sobre los actores “clase B” que se hospedan en la hostería de Lorelai tampoco termina de interesar demasiado salvo para preguntarse cuando regresará Sookie, el personaje de Melissa McCarthy, uno de los cameos más esperados y anunciados de los nuevos episodios. Más allá de algunos desajustes, el segundo capítulo brilla cuando se enfoca en Paris (Liza Weil), la terrorífica amiga de Rory que sigue siendo igual a sí misma y eso es muy bueno.
Referencias para no perderse: Kirk organiza una función especial de Eraserhead de David Lynch disfrazado del protagonista de la película.
Verano
Repleto de referencias, guiños y cameos, este episodio es también el que más coquetea con la autorreferencia, con resultados desparejos. Así, cuando uno de los personajes más cuestionados de toda la serie, April, la hija de Luke, se da una vuelta por Stars Hollow, toda una secuencia se ocupa de transformarla en el plomazo que siempre se la acusó de ser para después intentar redimirla, explicando su arrogancia como inseguridad. Mucho mejor es el chiste que recorre los noventa minutos de “Verano”, que se ríe de los graduados universitarios de treinta y pico que regresaron al hogar familiar después de aventurarse sin suerte en el mundo laboral. “No estoy de regreso”, insiste Rory, cada vez que la emparientan con ese grupo, aunque su falta de planes indique lo contrario. La puesta en escena del musical sobre Stars Hollow ocupa buena parte de la trama y aunque resulta un dulce homenaje tanto a los diferentes eventos organizados por el pueblo y hasta un guiño a la serie Bunheads (que Sherman-Palladino creó luego de Gilmore Girls) también exagera el tono bizarro de un capítulo que, en realidad, llega a su punto de ebullición con una pelea entre Lorelai y Rory, quien, por primera vez, entiende lo que es recibir la mirada de resentimiento que su madre siempre reserva para Emily
Referencias para no perderse: para protagonizar el extraño, gracioso y a veces entretenido musical dedicado a Stars Hollow aparece Sutton Foster, la actriz que, además de ser la protagonista de la comedia Younger y haber encabezado la cancelada Bunheads, es la actual reina de los musicales de Broadway y ganadora de varios premios Tony. Una de yapa: como parte del comité asesor del musical regresa Sophie, la dueña de la tienda de música, pequeño papel que interpreta la compositora Carole King.
Un cierre digno del “operativo retorno”, de la serie en general y de los personajes en particular. Aunque no todas las líneas del relato concluyan como los fanáticos lo hubieran deseado o algunos pasajes de los más de noventa minutos resulten tal vez un exceso (la aparición de los amigos de la universidad de Rory se estira más de lo conveniente, lo mismo que la excursión a la naturaleza de Lorelai), lo cierto es que el episodio se da tiempo para desarrollar algunas de sus escenas más sensibles, bien escritas e hilarantes al mismo tiempo. Después de todo, éste es el episodio en el que vuelve Sookie, Luke desespera sin Lorelai y ella finalmente entiende como acercarse a su madre. Un capítulo repleto de esos diálogos dichos con la velocidad que le da la tracción a café de las protagonistas, de reencuentros emotivos, algo de ballet (una obsesión de Sherman-Palladino) y la revelación de esas cuatro palabras con las que la autora siempre soñó concluir su historia sobre una madre, su hija y el pueblito que brilla por y para ellas.
Referencias para no perderse: siempre una mezcla de guiños y pistas de la cultura alta y popular éste ¿último? episodio está repleto de ellas Desde el libro y la película Alma salvaje al periodista de The New York Times David Carr, pasando por las canciones de Rosemary Clooney y Steely Dan, entre muchas, muchas otras.