Lo primero que llama la atención al entrar en la Villa Olímpica es el singular olor del complejo rodeado de un gran parque y cercado por los morros del Parque Estatal Pedra Branca, en Barra de Tijuca. Pronto, la fuente de ese perfume dulzón que invade el ambiente se vuelve evidente: es el insecticida que todas las tardes es esparcido por una camioneta ya apodada “the zika-car” por los atletas, en alusión al virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti.
Aunque estamos en invierno y no es temporada de mosquitos, las autoridades del Comité Organizador Río 2016 no han querido correr ningún riesgo frente a la temida enfermedad que ya alejó a varios deportistas de estos Juegos. Cada atleta que participará de las competencias así como cada periodista acreditado recibió también repelentes, y se recomienda su uso especialmente entre la Villa y el Parque Olímpico, ya que ambos sitios se encuentran sobre la Laguna de Jacarepaguá.
Normalmente, la prensa sólo puede acceder a la llamada “Zona Internacional” de la Villa de los Atletas, una suerte de área mixta que antecede a los edificios donde se hospedan los deportistas y cuenta con una playa seca con reposeras, sillas y mesas comunales al aire libre, varias tiendas de servicios (banco, correo, restaurante, souvenirs y hasta salón de belleza con peluquería y manicura) y un escenario para eventos especiales.
Los departamentos
La Villa Olímpica de Río 2016 cuenta con 31 torres de 17 pisos, divididas en siete bloques bautizados con nombres de íconos cariocas (Corcovado, Pão de Açúcar, Dois Irmãos, Pedra da Gávea, Arcos da Lapa, Cidade do Samba y Apoteose). Cada bloque comparte tres piscinas ubicadas en un primer piso externo que comunica a los edificios, además de un garage y una lavandería en la planta baja. En total hay 3604 departamentos para 17.950 atletas y miembros de las comisiones técnicas.
La delegación de la Argentina se hospeda en cinco pisos superiores del edificio 24 del bloque Dois Irmãos, donde también están los atletas de Cuba, Uruguay, Puerto Rico y Guam. Justo al lado está el edificio de Australia, una de las delegaciones con mayor cantidad de atletas, que enfrentaron varias fallas al ingresar, como goteras, filtraciones de agua en las paredes, baños tapados, cables expuestos y falta de electricidad.
“Ya se solucionaron todos los inconvenientes. No era lo que esperábamos cuando llegamos, pero trabajaron muy rápido para arreglar todo; fue un esfuerzo conjunto de todos para salir adelante. Cada villa tiene sus problemas iniciales; en Sydney también recuerdo que hubo fallas en la plomería los primeros días”, señaló Fiona De Jong, secretaria general de la delegación australiana, mientras repasaba la agenda del día junto a la pileta que su edificio comparte con el de la Argentina.
“Los departamentos ahora están muy bien, ya no hay más drama, eso quedó atrás. Es un lugar muy bonito para estar, con estas piscinas abajo, eso es algo muy cómodo. Y la zona de recreación al aire libre es lindísima, rodeada de ese paisaje lleno de montañas; celebra la belleza natural de Río”, agregó.
Los departamentos tienen diferentes tamaños, los más grandes con tres habitaciones (todas con aire acondicionado e internet wi-fi) y tres baños (uno en suite, uno compartido entre dos cuartos y uno de visitas), además de un cuarto de servicio con baño que también es usado para albergar atletas. Cada habitación tiene una, dos o tres camas con sus mesitas de luz y armarios además de un tender pequeño para secar ropa.
Sus salas son grandes, con un enorme ventanal, y decoración muy simple: apenas dos sillones individuales, cuatro puffs y una mesita de café. No hay muebles de comedor porque en la villa hay un gigantesco comedor comunal. La cocina también es amplia pero sin electrodomésticos, cuenta con un lavadero y una ventana abierta que ahora ha sido tapada por un mosquitero.
“Son unidades muy cómodas, no tienen nada que envidiarle a las de otras villas olímpicas. Será un complejo residencial fabuloso cuando lo empiecen a habitar y le pongan otros lujos”, apuntó el vocero del Comité Olímpico Argentino (COA), Eduardo Moyano, en referencia al destino que se le dará a estas torres después de los Juegos Olímpicos. Construidas por las empresas Carvalho Hosken y Odebrecht a un costo de US$ 890 millones, con financiamiento de la Caixa Económica Federal, la Villa Olímpica se transformará luego en el complejo residencial Ilha Pura.
Pese a las fallas de los primeros días en los departamentos, Moyano reconoció que los problemas fueron superados con agilidad y hoy, más allá de cuestiones menores (como el cambio del cuerito de una canilla, de bombillas de luz o la tabla de un inodoro rota), todo ha sido superado y ninguno de los atletas y técnicos argentinos debió alojarse afuera de la villa.
El parque
Toda la villa, que ocupa un área de más de 73.000 metros cuadrados, está en medio de un gran parque con pequeñas lagunas (una mayor ostenta una fuente de aguas danzantes), puentes y diversos lugares de esparcimiento con mucho verde y palmeras, e incluso un pequeño memorial en homenaje a atletas fallecidos. El sitio tiene varios circuitos de ciclovías que constantemente son usadas por atletas para andar en bicicleta o monopatín o salir a correr como parte de sus entrenamientos diarios.
Banderas de todos los más de 200 países y territorios que están representados en estos Juegos ondean en la avenida principal del complejo, y en el parque también hay un sector para tomarse fotos con los infaltables anillos olímpicos y un cartel de Río 2016.
En uno de los extremos del parque se ubica el centro de transportes, desde donde salen buses exclusivos para que los atletas se trasladen al Parque Olímpico, a unos 4,5 kms de distancia, o a otros lugares de la ciudad. Además hay micros internos que hacen varios recorridos por sus calles. En la parte central del parque, en tanto, están el comedor, el gimnasio cubierto y la policlínica.
“Esta es la villa más grande que yo he visto, excede a todas las anteriores en tamaño. Acá los lugares son distantes, hay que caminar mucho aunque haya un buen sistema de transporte interno, pero lo bueno es que los lugares comunes están cerca de todos”, destacó el entrenador de natación del equipo de Dinamarca, Stefan Hansen.
El comedor
El comedor se encuentra en una inmensa carpa de 300 metros de largo que tiene capacidad para 5000 personas en un mismo momento y reparte 60.000 raciones por día. Un equipo de 2500 empleados, comandados por la master chef Flávia Albuquerque, trabaja las 24 horas del día para que los atletas puedan ir allí en el momento que quieran. Por seguridad, para ingresar al comedor es necesario antes dejar cualquier bolso, mochila o paquete en un sector anterior al comedor.
Adentro, el sitio está separado en diez “islas” de acuerdo a diferentes tipos de comidas como vegetales, carnes, pasta y pizza, además de “sabores del mundo” dedicada a gastronomías especiales (brasileña, asiática, halal, kosher, etc), y varios puestos de helados, bebidas, frutas y postres.
En las mesas comunales los atletas de cada país se mantienen unidos y bastante concentrados en sus temas, salvo cuando aparece alguna estrella del deporte mundial, como sucedió ayer por la tarde con los tenistas Rafael Nadal, Novak Djokovic y David Ferrer, que aparecieron casi al mismo momento y causaron bastante conmoción con innumerables pedidos de fotos y autógrafos.
“Está muy bueno estos personajes re-grosos elijan también quedarse en la villa y no en un hotel y que vengan a comer acá como todo el resto. Pero los pobres casi no pueden terminar sus platos por el asedio de la gente”, contó la argentina Antonella Mena, jugadora de handball, quien reconoció que tampoco pudo resistirse a la tentación y junto a las otras integrantes de su equipo le pidió una foto grupal a Djokovic.
La policlínica
El sector médico de la villa ocupa 3500 metros cuadrados y también cuenta con servicio las 24 horas para atención tanto preventiva como de emergencia. Está equipado con aparatos de última tecnología en resonancia magnética y radiografía así como pequeñas piscinas de crioterapia y un sector odontológico con materiales de avanzada; la mayoría fue aportada por empresas patrocinadoras de los Juegos.
Hay varias camas para casos de emergencia, pero si es necesaria alguna cirugía, los atletas son trasladados al cercano Hospital Vitória, en Barra de Tijuca.
Si bien cada delegación trae sus propios médicos, en la policlínica hay un centenar de especialistas disponibles y 1500 médicos voluntarios para atender a los deportistas que así lo requieran.
“Por ahora no hemos tenido problemas de salud graves, apenas cuestiones menores, como dolores de espalda y contracturas; alguno que fue picado por un mosquito pero no pasó nada. En estos primeros días, el principal problema siempre es la adaptación; al huso horario si es el caso, luego al agua local aunque sea potable, y al clima. Así que los problemas de salud más normales al principio son diarreas, vómitos, dolores de panza, dificultades para dormir, dolores de garganta, y luego las cuestiones músculo-esqueléticas propias de cada disciplina”, explicó Hugo Rodríguez Papini, jefe médico de la delegación argentina.
El gimnasio
Tal vez el lugar más concurrido por todos los atletas sea el gimnasio común de la villa, como era de esperar. Allí la actividad y el sudor es constante, también las 24 horas del día. Por más que cada delegación tenga su lugar de entrenamiento propio afuera de la villa, por el gimnasio pasan todos en algún momento.
Hay esteras para correr, máquinas elípticas, bicicletas estáticas, bancos multifunción y miles de pesas, colchonetas y sogas que se usan en un ambiente muy relajado, con música y gran fraternización.
“Las máquinas son excelentes, no me esperaba un gimnasio tan bien equipado”, reconoció el nadador estadounidense Caeleb Dressel.
Y para después del esfuerzo físico, uno de los rincones más buscados después del ejercicio son las salas de sauna que están al costado del gimnasio, ideales para despejarse en estos días previos a las competencias de la máxima fiesta del deporte mundial.