Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo de científicos del Instituto Woods para el Medio Ambiente de Stanford (EE.UU) y de la Universidad Autónoma de México (México) concluye sin lugar a dudas que nuestro planeta está comenzando una nueva etapa de extinción masiva que amenaza incluso la supervivencia de la propia humanidad. El estudio ha sido publicado en la revita Science Advances.
Los científicos utilizaron anotaciones fósiles y recuentos de extinción de varios registros, comparando una estimación muy conservadora de las extinciones actuales con la llamada “tasa de fondo” (la extinción registrada como promedio durante los últimos 60 millones de años) dos veces mayor que la utilizada anteriormente.
El trabajo evidencia que aun con estimaciones muy prudentes, las especies están desapareciendo hasta 100 veces más rápido de lo normal: “si se permite que continúe, la vida tardaría muchos millones de años en recuperarse, y nuestras propia especie probablemente desaparecería pronto”, explica Gerardo Ceballos, líder del estudio.
La exploración forestal, la apropiación de tierras para la agricultura, las especies invasoras, la acidificación de los océanos o las toxinas que envenenan nuestro ecosistema son algunas de las causas que propician la destrucción de los hábitats naturales. Todo ello con un impacto directo en nuestras especies. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, cerca del 41% de todas las especies de anfibios y el 26% de los mamíferos se encuentran en peligro de extinción.
“Insistimos en que nuestros cálculos muy probablemente subestiman la gravedad de la crisis de extinción, ya que nuestro objetivo era colocar un realista límite inferior en el impacto de la humanidad sobre la biodiversidad”, aclaran los autores.
Si estas especies desaparecieran también lo harían sus beneficios para el planeta como la polinización de los cultivos y los humedales; la pérdida de la biodiversidad se cierne sobre la humanidad. Sin embargo, aún hay esperanza: “Evitar una sexta extinción masiva real requerirá rápidos esfuerzos, en gran medida intensificados para conservar las especies ya amenazadas, y para aliviar las presiones sobre sus poblaciones, en particular la pérdida de hábitat, la sobreexplotación con fines económicos y el cambio climático”, sentencian los investigadores.