Para obtenerla, los científicos emplearán donaciones de células madre de adultos y del cordón umbilical de recién nacidos. El objetivo es conseguir una sangre universal que ayude a tratar a las personas que necesitan transfusiones regulares –afectados de talasemia y otros tipos de anemia, por ejemplo– y a los pacientes con grupos sanguíneos poco comunes.
Las primeras pruebas se realizarán con pequeñas cantidades de sangre –de 5 a 10 mililitros– para descartar posibles efectos adversos y estudiar el tiempo de supervivencia de los glóbulos rojos sintéticos en el organismo.
Si todo va bien, el siguiente paso será la producción para uso médico, aunque no hay un plazo definido para hacerlo. Además de representar una esperanza para muchas personas, este avance es el primer paso para conseguir una fuente inagotable y segura para las transfusiones sanguíneas.