Cualquier recorrido por el extenso circuito del Románico Palentino debe comenzar en Aguilar de Campoo, villa de plaza Mayor con soportales y casas voladas con entramados de madera. A solo un kilómetro del centro, la antigua abadía de Santa María la Real (siglo XI) acoge el Centro Expositivo ROM. Además de informar sobre los monumentos del itinerario, en su iglesia se proyecta un audiovisual que muestra cómo era la vida de los monjes medievales y los trabajos estacionales que realizaban, mientras que el claustro y la sala capitular han sido rehabilitados como escuela-taller.
Aguilar de Campoo guarda en las afueras, en el Cerro del Castillo, otro vestigio de este estilo artístico predominante entre los siglos XI y XIII, la iglesia de Santa Cecilia, con una robusta torre y uno de los capiteles más bellos del románico español, que muestra escenas de la Degollación de los Inocentes.
Hacia las Fuentes Carrionas
Los derrames de la cordillera Cantábrica están cubiertos por los frondosos bosques de la Reserva Natural de las Fuentes Carrionas, uno de los tesoros de la provincia
Un primer tramo de 40 kilómetros lleva, a través de Cervera de Pisuerga y por la CL 627, a San Salvador de Cantamuda. Su antigua colegiata se halla enclavada al pie de la cordillera Cantábrica, cuyos derrames están cubiertos por los frondosos bosques de la Reserva Natural de las Fuentes Carrionas, uno de los tesoros de la provincia. Lo que más llama la atención del edificio es la gran espadaña de tres cuerpos, convertida en el icono del Románico Palentino.
De vuelta a la capital del Campoo, la N611 se convierte en la vía de referencia hasta Palencia. A solo cinco kilómetros es recomendable detenerse en Lomilla, cuyo modesto templo de San Esteban es el paradigma del románico rural. Cruzando al otro lado de la nacional se llega a Santa María de Mave (siglo XIII), sobria iglesia recientemente remodelada, cuyo monasterio acoge una hospedería. Desde Mave es fácil acceder a pie al cañón del río Pisuerga y, por una ruta más larga, a Las Tuerces, un cerro de rocas kársticas caprichosamente modeladas.
El viaje prosigue jalonado de atractivos enclaves, a los que se llega tomando cortos desvíos desde la nacional. Un ejemplo es el valle de Ojeda, punteado de templos románicos: Santa Eufemia en Cozuelos, con primorosos capiteles, San Andrés del Arroyo, con armonioso claustro, y la iglesia de Moarves de Ojeda, con una portada soberbia. A poca distancia, los ríos Pisuerga y Ojeda confluyen en Herrera de Pisuerga, villa desde la que se extiende la triguera comarca de Tierra de Campos, por la que discurre la milenaria ruta jacobea.
Cocina palentina
En la portada meridional de Santa María del Campo se representa una singular Epifanía, con los reyes de oriente caminando junto a los peregrinos
Osorno Mayor, 32 kilómetros al sur, es un buen lugar para realizar un alto en el camino y degustar especialidades palentinas como la sopa albada (de pan y ajos), las jijas (fritos de embutidos) o los diversos quesos de oveja de la comarca. En este pueblo sale el desvío por la N120 hasta Carrión de los Condes. Al entrar en el antiguo casco amurallado nos recibe el templo de Santa María del Camino, en cuya portada meridional se representa una singular Epifanía, con los reyes de Oriente caminando junto a los peregrinos. Cien metros después se topa uno con la portada de la iglesia de Santiago (1170-1180) y su Pantocrátor, una iconografía frecuente pero sublime en este caso por la destreza del maestro que la esculpió. Una tercera parada es el monasterio de San Zoilo, cuya portada del siglo XII fue descubierta durante las obras de la hospedería en 1993.
Villalcázar de Sirga y su iglesia templaria, en pleno Camino de Santiago, distan poco de otro de los emblemas de la ruta: la iglesia de San Martín. Fundada hacia 1066 por doña Mayor, viuda de Sancho III de Navarra, fue restaurada en los albores del siglo XX. Su silueta es inconfundible, con torrecillas circulares en la fachada y el cimborrio octogonal sobre el crucero. Pero lo mejor se oculta entre sus más de 300 canecillos y la centena de capiteles, auténtico repertorio de la escultura medieval.
El viaje finaliza en Palencia, cuya catedral se erigió sobre la cripta de San Antolín (siglo XI), pionera del románico. Otro templo, el de Villanueva de Río Pisuerga, trasladado piedra a piedra desde el embalse de Aguilar al parque Huerta de Guadián de la capital, alberga el Punto de Información del Románico Palentino. Una tentación para iniciar nuevas rutas por la provincia.