Fito Páez en La Puta Diabla utiliza todos los recursos a su alcance (novela epistolar, poesía dramática, comedia) para construir una lengua compleja e intensa, siempre supeditada a la acción. Hay desborde, pero no sobra letra. Tiene un hacha en la mano. Cuenta una gran historia que concluye y uno siente lo mismo que en el final de una película: hay algo que no se sabe si termina bien pero termina, para dejar al héroe en las puertas de la vida. Porque conoce y le ha cantado a la religión de su tiempo: a la modernidad de una ciudad que se alza en simultáneo con las mitologías de los viejos mundos que esa misma modernidad entierra. Fito Páez tiene el valor de hacer consciente el tiempo histórico de sus obras. Aunque La Puta Diabla está más allá.
Y ahora el que quiera comprender el planeta Páez tendrá que venir a estos textos para tocar su tierra, su locura, su humor y sus muertos: será como escuchar sus canciones al revés y oír la voz del diablo de la puta diabla. Amigos, acá está el cuerpo de Rodolfo Páez.