¿La ley del cepo laboral y su veto? ¿La caída del consumo? ¿El allanamiento al cementerio de Kirchner en Río Gallegos? ¿Las altas tasas de interés? ¿La inflación? ¿La cada vez más complicada situación judicial de los K? ¿La inseguridad? No. Ninguno de estos temas desveló más a la clase política argentina en los últimos quince días que el comienzo en una semana de Gran Cuñado, el segmento del Show;atch de Marcelo Tinelli que se dedicará a satirizar a los políticos con las imitaciones. Son los tiempos de la política líquida.
Algún desprevenido podría creer que en serio, que tanto el gobierno como la oposición estuvieron solo enfocados en qué hacer con los despidos o con la ley que los prohíbe.
El resultado habla por sí solo: no solo no habrá ley, sino que no habrá ningún mecanismo que la reemplace y nadie –salvo las CTA más un vergonzoso silencio de las CGT– parece estar preocupado por un tema que supuestamente “opacó” por su importancia a las demás.
Como bien dice Jorge Asís, solo se trató de un gran ejercicio de “onanismo político” en el que los K avanzaron en el Senado con un proyecto técnicamente imposible de aplicar sin imaginar que resultaría aprobado con los dos tercios de los votos, que fue tomado en serio al principio y en sorna al final por Sergio Massa, que el kirchnerismo debió defender esperando perder en Diputados y en el que el oficialismo macrista pasó de primero intentar matarlo –recordar el atraso para su remisión de una Cámara a otra–, a luego frenarlo –los contactos del Presidente con Roberto Lavagna y José Manuel de la Sota–, para finalmente, vista la inexplicable derrota parlamentaria, ningunearlo con la abstención y la fiesta de cumpleaños montada alrededor del veto presidencial. Demasiado poco serio todo como para intentar arroparlo con un análisis político profundo.
PARA DURÁN BARBA YA NO IMPORTAN LOS DISCURSOS NI LOS CONTENIDOS, SÓLO LAS IMÁGENES Y LOS SÍMBOLOS
Volviendo a lo importante, la expectativa y la preocupación tanto del Gobierno como de la oposición por lo que suceda en Gran Cuñado tiene su explicación. El a esta altura filósofo ecuatorial Jaime Durán Barba dice que ya no importan los discursos ni los contenidos, sino las imágenes, los símbolos y los emblemas.
A juzgar por los números del Presidente en su página de Facebook parece ser así: el video de Macri visitando a Alfredo de Rosario, el vendedor de tortas fritas, tuvo tres millones de reproducciones, el equivalente a 30 puntos de rating. Otro que se llama “Que se necesita para hacer una empanada” tiene un millón, o sea diez puntos.
Al revés, el anuncio del veto al cepo laboral, con mucho más repercusión en diarios y canales de noticias, tuvo solo 62.000 reacciones y fue compartido 11.560 veces. Lo mismo sucedió con el acto del aumento del salario mínimo, noticia de amplia cobertura en la “prensa tradicional”: apenas 28.000 reacciones y tan solo la compartieron 5.200 veces.
Como bien calcula ayer Jorge Fontevecchia, teniendo en cuenta que el video de Alfredo se compartió en Facebook 105.000 veces, tuvo 135.000 reacciones y fue recontra repetido en páginas web de información, la audiencia final debe estar en el orden los diez millones de argentinos. O sea un rating equivalente a un partido final de la selección nacional de fútbol.
A esta magnitud de audiencia propia y de repercusión posterior en lo que serían los “medios tradicionales”, siguiendo el teorema oficial, solo llegan Marcelo Tinelli y su ShowMatch. De ahí la preocupación.
Este periodista ya vio imágenes con las imitaciones del propio Macri, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Juliana Awada y Sergio Massa. Y no como consecuencia de que quien esto escribe participará este año de ShowMatch, sino porque están hace semanas en poder tanto de la Casa Rosada como de los campamentos de todos los políticos que serán imitados en esta versión de Gran Cuñado 2016.
TODOS LOS POLÍTICOS INVOLUCRADOS EN GRAN CUÑADO YA VIERON IMÁGENES DE SUS IMITACIONES
Por de pronto el Gobierno tomó una decisión fuerte: hasta el momento de escribirse esta nota ni Mauricio Macri ni María Eugenia Vidal tenían decidido participar de la apertura de ShowMatch. Más allá del rol que les podía tocar en el guión, argumentaron que se sentían más cómodos no haciéndolo en función de su rol institucional. Más distendidos, Rodríguez Larreta y Massa sí lo hicieron. Cada maestrito con su librito.
El Macri de Freddy Villarreal –uno de los mejores cómicos e imitadores que hay en el país– parece ser menos duro y más afable que el último de Martín Bossi, pero siguen preocupando “la papa en la boca” y el guión de un presidente ocupado del surf y de Miami. Poco sensible para el momento económico y social del país.
En materia de talento artístico dará que hablar la María Eugenia Vidal de la genial Fátima Flórez, como así también la Juliana Awada de Romina Giardina, bailarina de profesión. Viendo las imágenes, se perfila como una de las revelaciones del año. Para Awada el tema no es nuevo: el año pasado comenzó en ShowMatch su despegue público que culminó con el beso a Macri en el debate presidencial.
Para Vidal sí será una novedad. No solo porque no está acostumbrada a estas situaciones, sino porque de todos los involucrados es las que más capital político pone en riesgo, desde el momento que se trata de la figura política con mejor imagen, por encima de la del Presidente. Y como en política nada es casual y todo tiene que ver todo, basta con ver los últimos actos de la Casa Rosada para confirmar esa realidad aritmética: en las grandes decisiones del gobierno nacional desde hace 15 días siempre aparece Vidal junto al Presidente. Para rematarla, ayer Cristian Ritondo anunció la candidatura presidencial de Vidal para el 2023. Nació el vidalismo.
TINELLI Y MACRI SE VEN MUCHO MÁS DE LO QUE SE SABE
Obsesivo y cabulero, Massa está contento con su imitador Roberto Peña –el mismo que hizo a Francisco de Narváez en el 2009 en la campaña electoral que el “Colorado” ganó contra Kirchner– como Rodríguez Larreta con quien lo retratará, el humorista Martín Bylik. Tarea difícil la de Bylik: además de Larreta, deberá volver a imitar a Amado Boudou, uno de los integrantes infaltables de la troupe K de Gran Cuñado. Pero al kirchnerismo fuera del Gobierno ya no parece preocuparle tanto el rubro de las imitaciones o de las presencias en el piso de Tinelli como en el 2015.
Como las guerras políticas no tienen trincheras libres ni por ocupar todo, vale para seguir la contienda. En la Casa Rosada dicen que ya quedaron en el pasado los desencuentros con Tinelli, que lo apoyan para la AFA, que son los principales defensores de su SuperLiga y que se reúne en privado con el Presidente mucho más de lo que se sabe. Massa, también con diálogo directo con el conductor, al punto de participar de su apertura, dice que el “acuerdo” Macri-Tinelli es más fuerte de lo que se sabe y que esto se verá en el Gran Cuñado. La relación Macri-Massa no pasa por estas horas por su mejor momento. Más bien todo lo contrario.
Parafraseando al gran sociólogo contemporáneo polaco Zygmunt Bauman, autor de la teoría de la modernidad líquida, debemos dar la bienvenida a nuestro país a la política líquida.
Por: Fabián Doman