El brillante multimillonario turco-estadounidense Osman Kibar cree que puede curar la artritis, la calvicie y borrar las arrugas. Y ese es tan sólo el comienzo: intentará revertir el mismo proceso de envejecimiento. Con la ya denominada “Píldora de Dios”, este ambicioso científico busca llegar hasta donde nunca nadie antes se atrevió.
De acuerdo con un artículo publicado en la última edición de la revista Forbes (“La píldora de Dios: la respuesta de un multimillonario para curar la diabetes y la artritis”), Kibar es una de las mentes más brillantes y ambiciosas que busca cambiar el mundo.
Este doctor en ingeniería emigró desde Turquía hasta Estados Unidos para asistir a la universidad, y si bien se define como un ávido jugador de póquer, no necesita apostar para obtener dinero. Samumed, la firma de San Diego que fundó hace una década, es la startup de biotecnología más valiosa del planeta.
Gracias al financiamiento de inversores privados que incluyen a IKEA, individuos anónimos de alto patrimonio y una firma de capital emprendedor, Samumed reunió U$D 220 millones, y está valuada en U$D 6 mil millones. Kibar es el dueño de una tercera parte de la compañía, por lo que su patrimonio sería de U$D 4 mil millones.
Más allá de todos los avances prometedores de la “Pastilla de Dios”, los grandes inversores tienen puesta toda su expectativa en la posibilidad de revertir el proceso del envejecimiento.
El cóctel de drogas -secretas- y sus posibles efectos no dejan de sorprender a la comunidad científica y médica. Uno de lo medicamentos en desarrollo aspira a erradicar uno de los males cosméticos masculinos por antonomasia: la calvicie. Además, siempre según Samumed, el mismo fármaco puede revertir la pérdida de pigmentación en el cabello mediante un proceso de retroceso, en el que las canas desaparecerían para retomar el tinte original. Como si no fuera suficiente, también aseguran que incluirá un componente efectivo contra las arrugas.
Una segunda droga busca regenerar el cartílago en las rodillas que sufren de artritis. Mientras que en otros proyectos se intenta reparar discos de la espina dorsal, eliminar cicatrices de los pulmones, y hasta encontrar la cura definitiva contra distintos tipos de cáncer. Asimismo, Samumed también trabaja para eliminar una de las causas de la ceguera y luchar contra el Alzheimer.
El foco de la empresa –enfermedad por enfermedad, síntoma por síntoma- es lograr que las células de las personas que envejecen se regeneren de una manera tan poderosa como la de los fetos en desarrollo.
Es un prospecto emocionante, pero también increíblemente especulativo. Los informes oficiales hasta ahora indican que las drogas parecen ser bastante seguras, pero resulta crucial recordar que el 80% de las drogas que alcanzan esta etapa de investigación no llegan al mercado.
La pregunta es: ¿encontró Kibar una fuente de juventud farmacéutica, o simplemente es el mejor jugador de póquer que jamás haya existido?
Kibar nació en Izmir, Turquía. Luego de la primaria fue a Robert College en Estambul, una institución de élite que acepta sólo a los mejores. Aquí conoció a los que se convertirían en algunas de las figuras más importantes dentro de su empresa. Para la universidad, viajó hacia California y asistió a Pomona College, Caltech, y UC San Diego, institución donde obtuvo su doctorado. Durante esta etapa fundó Genoptix, que fue vendida a Novartis por U$D 470 millones en el 2011, y E-Tenna, que se separó y traspasó a Intel y Titan Corp. Luego partió para Nueva York y trabajó en Pequot Capital, en un puesto que se volvió cada vez más monótono. “Me desperté una mañana, y era un banquero inversionista”, explicó.
Regresó a San Diego para concentrarse en encontrar startups que buscaran desarrollar tecnologías para cambiar el mundo. Creó Wintherix, que luego sería rebautizada como Samumed (“Samu” es un término Zen que significa “meditar mientras se realizan tareas cotidianas”). Luego se unieron John Hood -cofundador y director científico-; Cevdet Samikoglu, uno de sus compañeros en Robert College, que se convirtió en su CEO; Yusuf Yazici, como CMO (director de Medicina), y Arman Oruc como CLO (director Legal).
Hood y Kibar se lanzaron a investigar el gen Wnt, una proteína que forma parte del grupo de moléculas de señalización para procesos biológicos y del desarrollo. ¿El objetivo? Revivir tejidos blandos viejos para combatir tumores. Para esto analizaron células de cáncer de colon y recto con genes Wnt, y las compararon con las de un colon sano que no expresaran estos genes. La faraónica y meticulosa tarea les llevó tres años.
En el ambiente científico se asegura que Hood habría realizado un gran descubrimiento, pero desde Samumed prefieren -hasta ahora- guardar el avance bajo siete llaves. “Es nuestro secreto”, advirtió Kibar.
Calvicie, entre ratones y humanos
Lo que sí han hecho público son los resultados de sus experimentos para combatir la calvicie. En pruebas con ratones, se les cortaron los ligamentos de las rodillas para que destruyan sus cartílagos. La droga de Samumed permitió la regeneración de la ternilla y los roedores volvieron a caminar. Sin embargo, según especialistas, los estudios en animales no siempre llegan a trasladarse a humanos y no alcanzan la etapa de pruebas clínicas.
¿Qué ocurre con las personas? En marzo, Samumed presentó en la Academia Americana de Dermatología información del uso de esta droga contra la calvicie en 300 pacientes. Los resultados no parecen haber impresionado demasiado a los expertos en pérdida de cabello debido a que el crecimiento ocurrido no fue lo suficientemente elevado como para determinar si fue gracias al medicamento a la suerte.
Wilma Bergfeld, ex presidente de la AAD que asistió a Samumed en este trabajo en específico, reconoció que es todavía muy pronto para asegurar que la droga sea más eficaz que la ya conocida Rogaine, que fue introducida en el mercado a fines de los ’80.
Artritis, la mina de oro
Las investigaciones de Samumed con respecto a la artritis son las que más contribuyeron a su valuación. Básicamente porque más de 27 millones de estadounidenses la padecen y encontrar una solución significaría no solo un avance gigantesco, sino la apertura de un oportunidad multimillonaria.
Según Allan Gibofsky, profesor de medicina en la Weill Cornell Medical College, los resultados del estudio de la droga para la artritis de Samumed “son bastante seductores”. De todas maneras, desde la empresa aclaran que los resultados, por más favorables que sean, todavía son preliminares, ya que el trabajo se llevó a cabo con sólo 60 personas. A fin de año, se completará una prueba con 445.
Inspeccionada con un microscopio, Samumed parece una compañía con un par de drogas todavía no probadas y que quizás ni lleguen al mercado. Pero los inversores obviamente ven algo mucho más maravilloso, revolucionario y potencialmente lucrativo.
“Lo único que podemos decir es que lo que nos dijeron que iban a lograr, lo están logrando”, declaró Bjorn Konig, desde el IKEA Group, el inversor más importante. “El dinero le interesa a todo el mundo, pero la motivación principal es la de construir una empresa sólida cuyo objetivo sea mejorar las vidas de las personas, y aliviar todo el dolor de este planeta”.
Y tienen razón. Sovaldi, la cura para la hepatitis C que generó U$D 32 mil millones de ganancias para Gilead Sciences, fue comprada por U$D 11 mil millones, y fue una sola droga. Osman Kibar promete algo incluso más grande.