Más allá de las teorías desarrolladas y de los innumerables avances científicos de los últimos tiempos, el origen de la vida en la Tierra y la formación del Sistema Solar sigue siendo uno de los grandes misterios que la humanidad intenta desentrañar. Anoche, la NASA salió en busca de alguna nueva pieza para terminar de armar el rompecabezas tras lanzar con éxito la sonda OSIRIS-REx hacia un asteroide, con el fin de tomar muestras y traerlas de regreso a nuestro planeta.
Esta misión debería permitir traer al menos 60 gramos de materiales recogidos en la superficie del asteroide Bennu, un bloque rocoso primitivo de unos 510 metros de diámetro. Los investigadores esperan que las muestras del regolito permitan revelar pistas clave sobre los orígenes y la formación del sistema solar, que nació hace 4.500 millones de años, así como de la aparición de la vida.
El cohete Atlas V, de la sociedad estadounidense Launch Alliance, partió desde su plataforma de lanzamiento en Cabo Cañaveral, en Florida, tal como estaba previsto a las 19.05 bajo un cielo claro y despejado. La nave de dos toneladas se separó de la segunda etapa del cohete lanzador 55 minutos después del lanzamiento.
Bennu fue elegido entre los cerca de 500 mil asteroides del Sistema Solar porque orbita el Sol cerca de la ruta que hace la Tierra, tiene el tamaño perfecto para el estudio científico y es uno de los asteroides más antiguos de los que tiene noticia la NASA. Además, es uno de los más peligrosos, ya que es relativamente alta la probabilidad de que choque contra nuestro planeta en el siglo XXII: pasará entre la Tierra y la Luna en 2135 y su impacto equivaldría a 3.000 millones de toneladas de explosivos “En los asteroides primitivos y ricos en carbono como Bennu, los materiales se preservaron desde hace más de 4.500 millones de años”, explicó Christina Richey, científica del programa OSIRIS-REx de la NASA. Y agregó: “Estos podrían ser los precursores de la vida en la Tierra o en otro punto del Sistema Solar”.
El principal objetivo de OSIRIS-REx, una sonda que tiene el tamaño de un automóvil, es recoger polvo y escombros de la superficie del asteroide y traerlos de regreso a la Tierra en 2023. La misión también pretende arrojar luces sobre cómo hallar recursos preciados como agua y metales en los asteroides, un campo que generó un creciente interés en todo el mundo. “Vamos a hacer un mapa de este nuevo mundo que vimos nunca antes”, dijo Dante Lauretta, investigador principal de OSIRIS-REx de la Universidad de Arizona en Tucson. A través de una serie de cámaras, láseres y espectrómetros, “entenderemos la distribución de los materiales a lo largo de toda la superficie de ese asteroide”, añadió.
La nave alcanzará Bennu en agosto de 2018 y pasará dos años estudiando el asteroide antes de iniciar la recolección de muestras en 2020. La NASA espera que la nave, impulsada con energía solar, traiga a la Tierra la mayor carga de muestras espaciales desde la era de las misiones Apolo en las décadas de 1960 y 1970, cuando los exploradores estadounidenses recogieron más de 360 kilos de piedras lunares. El aparato que toma las muestrasdebería levantar hasta 60 gramos cuando esté en el asteroide, aunque en las pruebas preliminares en la Tierra fue capaz de levantar cinco veces ese peso.
La sonda no se posará sobre el asteroide sino que llegará muy cerca de él y extenderá un brazo robótico para realizar la maniobra de recolección en tres a cinco segundos. “Tres cuartos de las muestras serán guardadas para los futuros investigadores, para que puedan responder las preguntas que nosotros aún no podemos ni formular”, dijo Gordon Johnston, ejecutivo del programa OSIRIS-REx.