Es sabido que si tiene la nariz húmeda, el animal está sano. Ahora bien, lo contrario no significa que tenga problemas. No hay que olvidar que a lo largo del día, nuestro amigo corre, de mueve de un lado para otro, se estira largos periodos de tiempo en un sitio u otro, mete sus narices en todas partes… en definitiva, somete su cuerpo a diferentes temperaturas, humedades, climas, etcétera.
Todo ello puede provocar que se seque su hocico, e incluso que se agriete, pero con una serie de cuidados debería volver a su estado habitual. Ahora bien, antes de entrar en detalle, no hay que olvidar que la piel agrietada suele ser molesta, dolorosa cuando se acaba pelando, escamando o incluso perdiendo su pigmentación. Por lo que manos a la obra sí, pero con algo de mano izquierda también. Veamos los pasos a seguir para el cuidado de la trufa de nuestra mascota:
-Limpiar la nariz con jabón específico para perros (tienen un ph menor).
-Lubricar con vaselina o similar la trufa, empleando poca cantidad para evitar que el animal ingiera demasiado con sus posteriores lamidas.
-Dejar que se hidrate con agua fresca y limpia. Darle siempre la opción de tener agua cerca.
-Evitar que esté demasiado tiempo en el exterior cuando las temperaturas (tanto altas como bajas) sean excesivas.
Si pese a todo, su trufa no muestra síntomas de mejora, es cuando realmente toca preocuparse y ponerse en contacto con un veterinario para ver si la no regeneración de la piel de la trufa del perro significa alguna deficiencia de su sentido inmunológico, de alguna enfermedad, o similar.