Cuando se trata de lapsos cortos, generalmente están vinculados con algún cambio que sufrió el niño y al cual necesita adaptarse: puede ser el comienzo de la guadería, una mudanza, viaje o separación de los padres. En otros casos el niño nunca aprendió a dormir bien, por lo que se puede despertar varias veces durante la noche, dormirse muy tarde, despertarse muy temprano, etc.
El problema es que el mal sueño de los niños trae consecuencias para toda la familia.
En lactantes y bebés dormir mal ocasiona llanto fácil y continuo, irritabilidad y mal humor, problemas de alimentación y crecimiento. Cuando los niños son un poco más grandes los problemas son otros. Si ya están en edad escolar, los niños que duermen mal suelen tener mala conducta y rendimiento, inseguridad, timidez y mal carácter.
Por otro lado, los padres de niños que duermen mal, además de estar cansados y de mal humor sienten inseguridad, sentimientos de culpa, frustración ante la situación, y sensación de impotencia y fracaso por no poder resolverlo. En casos extremos hasta puede llegar a ocasionar problemas de pareja, ya que es frecuente que uno de los dos culpabilice al otro por lo sucedido: “Duerme mal porque siempre lo consentiste”, “Se despierta tantas veces porque nunca lo dejás llorar”, “Si usara chupete no se despertaría”, etc. etc.
Lo importante es saber que los niños no duermen mal porque sí, ni que los padres tienen que sufrir una situación, sino que pueden intervenir en el proceso de aprendizaje y así como enseñan a sus hijos normas de buena conducta, deben enseñar a lograr un buen sueño. Y si no lo logran por su cuenta, pueden solitar ayuda de un pediatra o sicólogo que los ayude a resolver la situación.