Hoy queremos hablar un poco más de la comunicación con el bebé, y es que la psicóloga Alicia Martos publicó hace unos días un interesante artículo en el que mencionaba por qué es importante mirar al bebé cuando lo estás alimentando.
La importancia de saberse querido
Según explica Martos, en la etapa de bebé es muy importante establecer un vínculo de apego entre madre e hijo que se construye con la suma de pequeños detalles que “van forjando una construcción sana del autoconcepto, autoestima y seguridad”.
Es como, en el principio de todo, hacer saber al bebé que tiene quien cuide de él, que mamá está ahí para cuando haga falta, aprovechando el momento de alimentarle para decirle cositas, mirarle, hablarle y establecer una comunicación verbal y no verbal que le haga saberse querido.
Y es que según dice Alicia:
Algunos trastornos que se presentan en la vida adulta pueden tener sus raíces en este tipo de vinculaciones defectuosas realizadas durante los primeros seis meses de vida. Por tanto, no solo es necesario realizar los cuidados relacionados con el bienestar físico (comida, abrigo, aseo, limpieza o descanso) sino que también involucra los estímulos afectivos benignos o positivos.
Las miradas, el tono de voz, las caricias…
Durante mucho tiempo se nos ha dicho a los padres que no hay que abusar en nuestro papel de padres que dan amor a sus hijos.
En una confusión con el tipo de paternidad que consiente todo al niño y que incluso da al niño todo lo que quiere cuando ello supone actuar de manera injusta, de manera poco ética o en contra de los deseos paternos (cuando los padres hacen lo que pide el niño pero sienten que no deberían hacerlo), el amor ha sido considerado también algo a limitar: “no hagas todo lo que pide, no te conviertas en su sirviente, y no le des todo el amor que te pida”.
La realidad es que la norma es mucho más simple: “no hagas todo lo que te pide si eso supone un problema para ti o para alguien, o si te parece que es injusto, no te conviertas en su sirviente, sino en su mentor y acompañante en la vida, y dale todo el amor que te pida y sientas“. Ah, y sentido común… intenta hacer lo que sientas que es mejor, lo que te nazca del corazón, y difícilmente te equivocarás.
No hay ningún problema en dar todo el amor que sientes a otro. Nadie se maleduca por sentirse querido, como ninguna pareja se rompe porque uno de los dos no tenga reparos en amar sin condiciones al otro.
Por eso es importante mirar al bebé, hablarle con un tono de voz suave, sonreírle, acariciarle, abrazarle y mirarle a los ojos.
De hecho, según Martos, el bebé se da cuenta de cuánto siente su madre por él al mirarle a ella:
Alimentarse y mirar el rostro de la madre les permite crear esa relación de unidad en donde la madre le refleja lo que él le significa. La mirada que tiene lugar como parte de la función materna es el primer espejo en donde el niño empieza a diferenciarse y a reaccionar ante el otro, pues se percata de la respuesta que genera su presencia en el otro; de ahí la importancia de retribuir los constantes gestos, movimientos y sonidos que emite el pequeño, pues es el momento que se empieza a descubrir como persona.
Pero… ¿y si la madre habla con alguien o mira el móvil?
Alicia dice que las madres deben recordar que “no se puede caer en el error de asumir (la lactancia) solo como un derecho de las madres, (sino también como) el derecho del niño a ser mirado, consentido, atendido, sentido mientras se está alimentando”.
Yo recuerdo que Miriam miraba mucho a los niños cuando les daba el pecho, les hablaba, les acariciaba, pero también recuerdo que muchas veces acababa con el móvil, un libro o la tele… pero lo hacía cuando los niños eran ya mayorcitos y estaban en muchas ocasiones mirando (ellos) a otras cosas, a las musarañas, al colgante de mamá, a sus pendientes, a las personas que pasaban por ahí, al entorno…
Pero es que además todo depende de cuál es la relación entre un bebé y su madre. Si hablamos de un bebé que duerme como un bendito y la mayoría de veces que es cogido en brazos es para ser amamantado sí, que se le mire y se le hable, acaricie y sonría todo el rato que permanezca despierto, por él y por la madre, que se enamora aún más de su bebé, si es que eso es posible.
Pero si se comporta como la mayoría de bebés, que piden brazos y que los tienen, el rato de pecho o bibe es importante, pero forma parte de una relación que contempla muchos más momentos de brazos, de interacción, de miradas, caricias, palabras y sonrisas. Hasta los papás pasamos tiempo con ellos y hacemos lo mismo.