“Se lo dedico a los mismos de siempre, a los que estuvieron conmigo desde que gané mi primer torneo future, a mis amigos, a la gente que quiere lo mejor para mí, a mi familia y en especial a mi hermana que está en el cielo, es para ella todos mis partidos”. Las palabras corresponden a una declaración de Juan Martín del Potro (23/9/1988) realizada el 20 de septiembre de 2009, cinco días después de haberse consagrado campeón del US Open, el Abierto de Tenis de los Estados Unidos que, con apenas 20 años, había ganado en una histórica final ante Roger Federer.
Y entonces se supo. Todo aquel ritual posterior a cada triunfo tenía un sentido, un nombre propio: Guadalupe, su hermana mayor fallecida en 1990 en un accidente de tránsito que sufrió la familia oriunda de Tandil en la localidad bonaerense de Lobería. Al momento de la tragedia, Juan Martín tenía tan solo dos años.
La Torre de Tandil es el segundo de los tres hijos de la pareja formada por Patricia, profesora de Literatura, y Daniel, ex jugador de rugby pero de profesión veterinario. Cuando sucedió lo de Guadalupe, Juan Martín se aferró a Julieta, su hermana menor nacida en 1992. La familia quedó atravesada por aquel trágico episodio, un dolor del que no quieren hablar pero que les permitió profundizar un vínculo que se cree natural pero que, como todos, se fortalece con actos.
“Con Julieta tenemos una relación increíble. Con ella soy más afectivo que con mis padres; me sale más decirle te quiero o te extraño a mi hermana que a mis padres. Con ella hablo a diario y es una de las personas que más feliz se ponen cuando gano y que más triste se ponen cuando pasa algo injusto conmigo, y cuando sufre me genera un malestar insoportable. Ella es lo más lindo que hoy tengo en la vida, después de la pérdida que tuvimos hace muchos años (en referencia a su hermana mayor) y no se merece sufrir ni un poco. Trato de cuidarla y muchas cosas las hago pensando en ella, para que sea feliz”, mencionó Delpo en una entrevista concedida al diario La Nación en 2014.
“Mi hermana para mí es muy importante. Le hago un regalo en cada partido, la señal de la cruz. Tengo recuerdos hermosos. A mi familia y a mí no nos gusta hablar de eso, pero es muy especial. Yo sé que me cuida y me guía, y que siempre me da fuerzas”, dijo el tenista argentino que anoche volvió a hacer historia también ante Federer y de nuevo en el US Open, aunque ahora, a diferencia de ocho años, fue en cuartos de final para clasificarse a las semis, donde enfrentará a Rafael Nadal.
Juan Martín, que tomó por primera vez una raqueta a los seis años, que debutó como profesional en 2004, cuando apenas tenía 15 años, contra Matias Niemiz, que fue el jugador más joven de todos los tiempos en clasificarse en un Top 200, que en 2008 ingresó por primera vez al Top Ten, que en 2010 se colocó en el 4° puesto del ranking de la ATP, su mejor clasificación histórica, y que es considerado como un verdadero grande de la época actual del tenis mundial, tiene particular debilidad por su familia.
Cabe recordar que en mayo pasado el tenista abandonó la ciudad de Estoril adonde se encontraba para disputar un torneo, cuando se enteró del fallecimiento de su abuelo, el padre de su mamá, a quien luego de unos días le dedicó una sentida carta publicada en redes sociales en la que, entre otras cosas, decía: “Gracias por ser una persona increíble.Gracias por ser un gran hombre para la familia, nosotros mismos establecemos nuestro camino con su humildad y su espíritu de lucha. Gracias por darme el valor del trabajo duro. Gracias por el apoyo en el sueño de convertirme en un jugador de tenis profesional”.
Y en su regreso al circuito tras aquella pérdida, Juan Martín le envió un conmovedor mensaje a su mamá.