La patrulla de Gendarmería tuvo sospechas sobre ese vehículo detenido en un control vial. Y cuando en el Escuadrón 51 de Resistencia, Chaco, tienen dudas sobre un posible transporte de drogas, aparece el “comandante” Iván para despejarla. Este perro especialista en detectar narcóticos marcó dónde buscar en ese auto. Debajo del asiento trasero se había modificado la carrocería para ocultar un kilo de marihuana. El olfato del can llevó al arresto de un narco que iba con sus dos hijos menores. Parece poca droga, pero en realidad Iván lleva, este año, un gran registro: ya descubrió un cargamento de 102 kilos de marihuana en junio y otro de 110 kilos en abril.
Perros como Iván han ayudado a detectar, en lo que va del año, miles de kilos de droga. Los registros de la Gendarmería dan cuenta de su participación en 49 operativos en los que se incautaron 50 kilos de cocaína y 309 procedimientos con un resultado de 11,5 toneladas de cannabis. Pero también colaboran en los aeropuertos, en procura de dar con narcóticos y explosivos o dinero escondidos en valijas; o en la búsqueda de personas desaparecidas. Cada vez es más importante su trabajo como asistentes de las fuerzas de seguridad. Son los perros detectives.
La niebla se agazapa sobre Ezeiza; el frío que atraviesa los hangares se intensifica y el ruido de las turbinas se refuerza con el viento, pero nada de esto desalienta a Dina de su trabajo en la cinta transportadora de equipaje: el jueves pasado realizó una requisa aleatoria de las valijas con destino a España en busca de explosivos. Tiene tres años, y aunque su pelaje es negro, su hocico es marrón, lo que delata una cruza entre labrador y ovejero alemán, toda una excepción.
Dina forma parte del cuerpo de canes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que controla tanto explosivos como narcóticos en aeródromos. Si ella descubre un olor que le llama la atención, comenzará a cambiar su comportamiento, algo que sólo su guía (el oficial que trabaja junto a ella) puede advertir. Si el olor a explosivo se acentúa, Dina hará una marca pasiva; si la cinta con equipaje está en movimiento ladrará, y si la valija se encuentra en el piso, ella se sentará o recostará al lado, pero nunca tocará el equipaje para evitar riesgos, como la detonación de una bomba. En ocasiones los perros hacen “foco”: apoyan el hocico allí donde el olor detectado tiene mayor presencia.
Una vez que Dina terminó su trabajo, su guía, Carolina Díaz, le tiró una juguete y la perra corrió detrás. “Es un juego para ellos. Los adiestradores crean una asociación entre algo que es agradable para el can, por ejemplo, jugar con una pelota (un instinto de presa nato del animal), y el olor de la sustancia que va a buscar”, explicó Laura Ratón, directora del Grupo Canes de la PSA.
En el Centro de Cría y Adiestramiento de Gendarmería (Cecave), en Campo de Mayo, los veterinarios comienzan con una estimulación temprana de los cachorros tres días después de que nacen, para que tengan una mejor sensibilidad; lo llaman “prender los sentidos”. Luego del destete, a los 50 días, comienza el adiestramiento para detectar explosivos, narcóticos (labradores, para cocaína y marihuana), para búsqueda de personas y tareas de seguridad (schnauzer y pastores belgas), como patrullas en las calles o control contra disturbios.
“La raza bloodhound es ideal para buscar personas, ya que su excepcional olfato le permite seguir un rastro con intensidad”, explicó Daniel Pazos, jefe de Cecave, que trabaja junto a Pablo Calabri, de la Dirección Nacional de Cinotecnia del Ministerio de Seguridad en el entrenamiento y cuidado de los canes.
Un perro todo terreno
Sobre el borde de un paredón de más de dos metros de alto se asoma un perro con las dos patas delanteras colgando del borde, apoya parte del pecho y extiende la cabeza. Parece que busca una presa. Es un ovejero belga Malinois; parece un pastor alemán, pero tiene otra postura y mayor resistencia. En los caniles de Cecave los Malinois saltan hasta el borde de las rejas.
Todas las fuerzas de seguridad del país tienen Malinois, hoy una de las razas más requeridas para tareas específicas de seguridad y búsqueda de explosivos y narcóticos. Es un can rústico que se adapta fácilmente a todos los terrenos y situaciones climáticas. Los especialistas y veterinarios coinciden en que esta raza está lista para realizar una conducta, como una tarea de búsqueda de drogas, ante el mínimo estímulo, y además, lo hace con muchas ganas. Se los puede entrenar en sólo un año, la mitad que el resto.
“El Malinois es un perro que responde sólo a su guía. Otras razas como el labrador o el bloodhoundpueden trabajar con distintos guías”, explicó Virginia Doyle, directora de veterinaria y bromatología del Ministerio de Seguridad bonaerense. En la policía provincial consideran que un perro debe tener 100 rastros firmes para entrar en actividad.
“Estamos tratando de implementar un método distinto para crear un fuerte vínculo entre el perro y su guía. Queremos que quien vaya a trabajar con ese can se lo lleve a su casa para evitar el estrés de hacerlo vivir en el canil”, explicó Doyle. Todos los guías tienen un vínculo muy fuerte con su perro, es una relación de “pares”, ya que debe haber un alto nivel de confianza en el binomio que forman. En la mayoría de las fuerzas el perro vive en el canil y algunos fines de semana convive con el guía y su familia, para fomentar tanto la conexión como la socialización del animal.
Todos los olores tienen un “código de barras” para los perros. Nunca se les juntarán dos olores: encuentra uno u otro. Para lograr enseñarle al perro cómo detectar un olor particular se impregna una toalla con la sustancia y se la deja en una caja cerrada durante 20 días. A partir de ahí al perro se le enseña a buscar ese olor. “Que les damos droga a los perros es un mito que hay que erradicar; si fuese así, habría que creer que para que busquen explosivos hay que darles pólvora”, comentó Jorge Raice, a cargo del área Escuela de Canes de la Policía de la Ciudad.
A veces los perros obtienen éxito allí donde incluso la tecnología fracasa. “En 2011 hubo un furor de exportación de drogas, mayormente cocaína impregnada en papel, un procedimiento químico que permite transportar la cocaína de manera desapercibida. Las máquinas de rayos X por donde pasan los paquetes del Correo Argentino no registran la droga de esa manera, sólo ven las hojas de papel. Pero nuestros perros antinarcóticos detectan el olor y nos alertan”, reveló Leonardo Selim, oficial principal de la PSA.
En noviembre de 2011, con el cepo cambiario, la AFIP comenzó a entrenar perros para detectar dinero. El adiestramiento es el mismo que con la droga: se licuan billetes y se impregna una toalla durante varios días. También se usaron estos perros en el convento de General Rodríguez donde un labrador retriever marcó la bóveda donde José López pretendía guardar una millonada.