Esta es la historia de Dion y de Gobi. Y de una amistad que nació durante una de las carreras más exigentes del mundo, que obliga a recorrer 250 kilómetros a través del desierto más grande de Asia y uno de los mas ventosos del mundo.
Dion Leonard es australiano, pero vive en Reino Unido. Mientras participaba de la marcha de Gobi se dio cuenta que un pequeño perro sin dueño lo seguía de cerca, pegado a sus tobillos.
Lo hizo durante más de 35 kilómetros. “Una vez que comenzamos la etapa, al perro parecieron gustarle mis polainas amarillas y empezó a correr al lado mío”.
NO LADRA, NO MUERDE
Cuando completaron la etapa descansaron juntos y Dion decidió llamarlo Gobi, en honor a la carrera.
Estrecharon la relación en el campamento, donde el perro también se “compró” a otros participantes. “Es el mejor perro que te podés imaginar: no ladra, no muerde ni rompe cosas”, dijo uno de los corredores.
Al llegar a la meta, Dion lo hizo con Gobi en brazos. Y su fidelidad y compañerismo lo hicieron pensar en una adopción. De hecho: ya comenzó los trámites para llevárselo a Inglaterra, donde reside.
“No adopté a Gobi, él pareció haberme adoptado a mí”, dijo el corredor.