La imagen lo dice todo. La creencia más popular es que la cuchara de madera evita que el calor se acumule demasiado en el centro de la olla, logrando así que el líquido hierva demasiado y, por ende, que no se derrame el agua que se encuentra en su interior.
El “truco” de la cuchara de madera funciona de dos maneras. Primero, las burbujas son formas inestables. Cuando algo hidrofóbico (es decir, incapaz de absorber agua) perfora la superficie de una burbuja, se desploma. Una cuchara de madera seca desestabiliza las burbujas cuando entran en contacto con su superficie repelente al agua. Esto hace que el agua hirviendo se retire y quede parcialmente “controlada”.
En segundo lugar, las burbujas y la espuma creadas a partir del agua hirviendo se llenan de vapor (también conocido como agua en forma de gas o vapor). Si la burbuja toca algo cuya temperatura es inferior a 100 °C, el vapor se condensará (volverá a convertirse en líquido) y romperá la superficie de la burbuja.
De esta manera, La cuchara de madera, siendo considerablemente más fría que 100°C, trabaja para romper las burbujas y hacer que la espuma se retire. Este “truco” funciona, pero tiene algunos inconvenientes. En algún momento, la cuchara de madera se va a calentar y el agua va a subir pase lo que pase. Y bajo ningún aspecto es buena idea intentar usar una cuchara de metal en lugar de una de madera: los metales conducen el calor mucho más rápido.
Frente a esta situación hay algunas alternativas. La primera, y menos recomendable, es soplar sobre la superficie de una olla hirviendo de forma leve: la espuma se retirará, ya que la respiración probablemente esté muy por debajo de los 100 °C, en cuanto a temperatura. La otra, y más recomendable, es bajar un poco la intensidad de la llama.