La responsabilidad es del Fusarium oxysporum. La causa lleva la denominación del Mal de Panamá. La amenaza fue bautizada como “Bananaggedon“. El fenómeno diezma la producción mundial de bananas y deja a la especie, una de las frutas más consumidas del mundo, en peligro de extinción.
El Mal de Panamá es también conocido como la fusariosis del banano, provocada por el hongo microscópico Fusarium oxysporum, que extermina por completo el cultivo de plátanos. El virus presenta una alta resistencia a los fungicidas: en los años sesenta la variedad más exportada y, por lo tanto, más importante en el mundo fue la Gros Michel, prácticamente aniquilada por los efectos del hongo mortífero. En aquella época, los productores bananeros reavivaron el cultivo con una especie inmune, la Cavendish, más pequeña y menos sabrosa, capaz de sobrevivir a las largas travesías y, fundamentalmente, capaz de crecer en suelos infectados.
A pesar que en cada hábitat donde se cultiva la banana existen especies autóctonas, casi todos los productos exportados a los mercados extranjeros son Cavendish, clones de la primera planta de Chatsworth (cuna de la producción de bananas desde 1830, cuando el jardinero jefe Joseph Paxton plantó un ejemplar importado de la isla Mauricio, en el océano Índico).
Mientras la especie sustituta de la Gros Michel florecía, el clon de la enfermedad de Panamá desarrollaba una nueva cepa más letal, denominada Raza Tropical 4, que afecta y pone en peligro de extinción a la variedad Cavendish, cuya producción supone el 95% de la producción y exportación global. La preocupación de los horticultores radica en que hoy no hay una especie inmune a los efectos del hongo, capaz de reemplazar a la cepa predominante actual.
Según la ONG Panamá Disease, ya se han destruido más de diez mil hectáreas de Cavendish. Los expertos advirtieron que la propagación del hongo mortífero por los países de América Latina -Ecuador es el principal exportador de plátanos- es sólo cuestión de tiempo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura –FAO– pronosticó que el 80% de las plantaciones podrían estar afectadas por este mal. La plaga empezó en Australia y luego pasó a Asia, África y, en menor medida, a Canarias. Por el momento no existe tratamiento eficaz para neutralizar su impacto.