El impacto sacude. Remueve conciencia. Basta la foto de los restos de un oso polar para movilizar los estándares de preocupación, indignación y conocimiento. Es quizá la manera más visceral y efectiva de razonar sobre los efectos y la amenaza de una problemática, que aparenta ser lenta y lejana pero que en definitiva se revela inmediata y global. La imagen es suficiente: ilustra las consecuencias de la desidia humana, descubre la crueldad del cambio climático.
Sebastian Copeland, fotógrafo y activista medioambiental, retrató el desenlace de un oso polar muerto en el norte de Nunavut, en el Ártico Canadiense. El animal parecía haber muerto por inanición, un estado biológico generado por la carencia de nutrientes derivados de la alimentación. La falta de comida es la que pudo haber matado al oso, especie víctima del avance del calentamiento global.
Se presume que el oso tenía una edad inferior a los dos años. Es improbable que haya muerto de alguna enfermedad. No mostraba tampoco heridas visibles y sí había signos de diarrea. Su final fue acción indirecta de la impericia y la avaricia del hombre. La ilación de sucesos empieza en la irresponsabilidad de la humanidad y termina en muertes de animales por hambre. En el medio: el aumento de temperaturas que provoca la disminución de la capa de hielo que a su vez afecta la reservas de alimentos en el Ártico.
La consecuencia es cada vez más osos polares amenazados de muerte por falta de comida. Los pueblos esquimales que habitan esas zonas han manifestado su sorpresa por la gran cantidad de especímenes que migraron en procura de su subsistencia. Andrew Derocher, profesor de biología de la Universidad de Alberta, en Canadá, pondera la teoría de la inanición como principal motivo del descenso poblacional de los osos polares.
“La inanición es uno de los dos mecanismos que hacen que la cantidad de osos polares disminuya. Menos hielo hace que los osos sean menos capaces de obtener la energía necesaria para sobrevivir en los periodos en los que no tienen acceso a presas. La segunda causa de descenso de población está relacionada con el bajo éxito reproductivo. Cuando juntás ambos factores se produce el descenso del tamaño de la población de osos que hemos ido viendo en las últimas épocas”, explicó el profesional.
El asesor científico es también ambientalista. “Estamos viendo cómo los osos polares se mueren de hambre en el Ártico“, despabiló. El fenómeno se da en simultáneo a los pronósticos del ganador del Premio Nobel de la Paz, el profesor Oler Anisimov, quien analizó que el aumento de las temperaturas en el Ártico Canadiense se está produciendo a una velocidad cuatro veces superior que en el resto del planeta. La proyección denuncia que para mediados de siglo, en el polo norte quedarán pedazos de hielo flotando en el mar.