“La flor”, un estreno sorpresivo

Sin anuncios previos, Mariano Llinás presentó la primera parte de su nuevo film La flor

Era un secreto a voces desde hacía varios días y la ansiedad no paraba de crecer en el micromundo del festival. Finalmente, La flor, el esperado regreso de Mariano Llinás a más de ocho años de haber revolucionado el cine independiente argentino con Historias extraordinarias, se presentó como “película sorpresa” en el inmenso Ambassador 1 abarrotado de directores (desde Matías Piñeiro hasta Ariel Rotter), programadores de las principales muestras del mundo, críticos locales y extranjeros, estudiantes de diferentes escuelas (muchos de la FUC, por supuesto) y público marplatense que llegó a comprar las entradas puestas a la venta a último momento.
Tamaña expectativa se vio justificada con creces. Más allá de que La flor no genera la misma sensación eufórica que Historias extraordinarias provocó cuando se dio en el Bafici 2008 y de lo exigente de la propuesta (entre la demora en arrancar, la presentación previa, la proyección de casi cuatro horas con intervalo, y la sesión de preguntas y respuestas con Llinás y su equipo, la experiencia resultó una auténtica maratón cinéfila) será, sin duda, uno de los eventos más recordados de esta 31» edición del festival.

Llinás y sus socios de la productora El Pampero Cine y las actrices del grupo teatral Piel de Lava (Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa) comenzaron a pergeñar La flor hace casi una década. Tras siete años de rodaje, lo que se presentó en Mar del Plata ni siquiera es la película completa, sino la primera de las tres entregas que tendrá la ambiciosa y fascinante propuesta. Llinás -uno de los guionistas favoritos de la industria con proyectos para directores como Santiago Mitre o Matías Lucchesi- indicó que ya está bastante avanzada la filmación de la segunda parte, por lo que ahora se pondrá a editarla para presentarla en algún momento de 2017. Lo que queda claro es que cuando todas las historias de La flor estén terminadas, el largometraje superará con holgura las diez horas.
El primer episodio de La flor rodado en su momento con la precaria tecnología Mini DV- está ambientado en zonas áridas de San Juan y narra con espíritu de cine de clase B una historia ligada a una momia precolombina de mujer encontrada por un equipo de arqueólogos. Los efectos sobrenaturales y las consecuencias psicológicas en los personajes no tardarán en aparecer.

El segundo -ya con una propuesta visual más lograda- se rodó en locaciones de Mar del Plata, San Miguel del Monte y Buenos Aires, y tiene que ver con el universo de la música melódica (los temas creados especialmente para la ocasión son brillantes), enfrentamientos entre cantantes que alguna vez fueron amantes y una subtrama propia del cine negro con una organización obsesionada con los efectos benéficos que pueden conseguir a partir de la inyección de la toxina de los escorpiones en la sangre. Los personajes femeninos llevan siempre la iniciativa y son mucho más potentes que los masculinos (bastante crueles y patéticos) en una película que va del melodrama romántico más desatado a la estilización del film noir, pasando por comedia o el género musical. Con el sello de creatividad y desparpajo de un director visionario como Llinás.