El 2016 pasará a la historia como otro año en el que los precios pegaron un salto brusco. Y en el que las familias, con ingresos que no acompañaron, debieron agudizar los rebusques para mantener su nivel de vida, o al menos no resignarlo tanto. Uno de los terrenos más sensibles en los que se vio esta puja fueron los supermercados, porque hubo productos de primera necesidad con incrementos de hasta el 80%.
El efecto de la inflación impresiona al comprobar cómo fue variando el costo de hacer una misma compra. Un relevamiento en seis grandes cadenas de la Ciudad mostró que 50 alimentos, bebidas y productos esenciales de limpieza y tocador salía un promedio de $ 1.383 a fines de 2015. Pero en junio el mismo “changuito” ya se pagaba a $ 1.755 y el mes pasado alcanzó los $ 1.927, casi $ 550 más.
La compra se encareció un 42% en total, aunque en varios lácteos esenciales y en bebidas esa marca llegó casi a duplicarse. Hubo un fuerte golpe en las carnes y algunos productos hasta duplicaron sus precios. En parte, por el pico inflacionario desatado a principios de año, tras la devaluación. Y en parte porque muchos valores que el gobierno anterior mantenía muy controlados quedaron liberados.
Los sachets de leche entera de las principales marcas, por ejemplo, habían empezado el año a un “precio cuidado” de $ 10, pero terminaron fuera del acuerdo oficial a $ 17,46 la Sancor y a $ 18,79 la de marca La Serenísima: una suba del 88%.
También entre los lácteos, el yogur firme Yogurísimo de 190 gramos pasó de $ 7,80 a $ 13,49 (73%), la manteca Sancor de 200 gramos se fue en los mismos comercios de $ 21,25 a $ 33,12 (56%) y el queso cremoso Cremón, que estaba a $ 127 el kilo, ahora se vende a $ 190 (49%).
En carnes, otro rubro clave, lo que más se encareció fue el pollo. El fresco entero superaba apenas los $ 24 el kilo a fines de 2015 y hoy ya ronda los $ 36,70: un alza del 51%. El kilo de asado se encareció 45% (de $ 91,60 a $ 132,60), al igual que la caja chica de hamburguesas (de $ 39,50 a $ 57,40). Mientras que los huevos, antes a $ 10,75 la media docena, hoy promedian los $ 17,25 (60%). Y aunque la carne de cerdo tuvo este año subas algo más leves, el jamón feteado Paladini subió 48%.
Las gaseosas hicieron punta en otro rubro de los más calientes: el de las bebidas. Según lo relevado, la presentación de 1,5 litro de 7 Up saltó de $ 16,75 a $ 29,20, un 74% más. La Cola Cola, en su versión de 2,2 litros, sale ahora casi $ 20 más: estaba a $ 30 y hoy vale $ 45,50 (65% más). Y la botella grande de agua mineral Villa del Sur subió 54% al irse de $ 13,69 a $ 21,07.
El ranking de los aumentos, de todos modos, quedó encabezado por el aceite. La botella de litro y medio relevada, de la marca Cocinero, arrancó el año a $ 17,70 y lo terminó a $ 45,40, un valor 156% mayor.
Subas del 62% en café soluble, del 60% en pan lactal, y del 48% en polenta también llamaron la atención entre los alimentos secos. Se detectaron fuertes alzas en vegetales, liderados por la zanahoria (89%), la manzana (76%) y la banana (53%).
Y hubo saltos muy grandes en productos no alimenticios, como un dentífrico Colgate que pasó de $ 27,55 a $ 43,50 (58%), un limpiador cremoso Cif que escaló de $ 20,93 a $ 32,24 (54%) y un jabón blanco marca Gran Federal que incrementó 109% su precio: salía $ 5,10 y hoy está en $ 10,68.
Al contrario, este año hubo cierto alivio en harina de trigo (12%), jugos en polvo (17%), yerba mate (22%), galletitas surtidas (25%) o fideos (27%), al menos en las presentaciones relevadas. Vegetales como la papa, la cebolla y el tomate, por su parte, mantuvieron sus valores.
En total, según la Dirección de Estadística y Censos porteña, la canasta básica de alimentos para una familia tipo cuesta ahora $ 2.140 más que un año atrás, con un alza del 40,7%.
¿Cómo reaccionaron las familias ante el golpe? “Los hogares redujeron el tamaño de sus compras por primera vez en 10 años, afectando principalmente a las categorías más prescindibles”, responden en la consultora Kantar Worldpanel, donde explican que el mayor recorte se dio en lácteos (que se vendieron un 7% menos) y en bebidas (con una caída del 8%).
También en las carnes se aplicó fuerte la tijera: según cifras del Ministerio de Agroindustria, cada argentino consumió este año casi 5 kilos menos en el año entre carne vacuna y pollo. Pero a cambio, y probablemente como sustituto, creció un 2% la venta de pastas (ver aparte).
Con el bolsillo más ajustado, explican en Kantar Worldpanel, comprar menos cantidades y en forma más espaciada fueron estrategias muy usadas por las familias en las góndolas. También se usaron más promociones, se fue más al mayorista, se eligieron envases más chicos y más marcas económicas.
“Las segundas marcas son las únicas que lograron crecer este año, principalmente en lácteos e infusiones. En varias categorías, las marcas que crecieron en ventas fueron las que se encarecieron menos o directamente la opción del precio más bajo”, contó Federico Filipponi, el director comercial.
En un análisis reciente sobre 300 marcas, de hecho, la consultora concluyó que las únicas cinco que vendieron más este año son económicas y en cuatro de los casos estuvieron bajo el programa oficial Precios Cuidados, que garantiza valores moderados.
Martin Grosz