El larguísimo cuello de los saurópodos, unos inmensos herbívoros cuadrúpedos que vivieron hace entre 210 y 65 millones de años, como los diplodocus o los camarasaurus de Norteamérica, constituiría un bocado delicioso de carne roja. Eso, al menos, es lo que sospecha el paleontólogo David Varricchio, de la Universidad Estatal de Montana, que abordaba este asunto en una entrevista publicada en Popular Science.
Este investigador destaca que la actividad del animal influiría notablemente en el sabor de su carne. Así, los hadrosáuridos, unos dinosaurios gregarios reconocibles por la forma de su hocico, parecido al pico de un pato, pasaban mucho tiempo en movimiento, buscando las plantas de las que alimentaban. Varricchio cree que su carne debía ser roja.
Por su parte, los ornitomímidos, unos terópodos herbívoros del Cretácico superior (hace entre 100 y 65 millones de años), cuya anatomía recuerda a la del avestruz, podrían también compartir con esta ave su fuerte sabor.
Varricchio señala que, por el contrario, la de tiranosaurio no sería muy suculenta. “Se han descubierto algunas anormalidades en sus mandíbulas que sugieren que se alimentaba de carne en mal estado. Probablemente también portaba numerosos parásitos”, indica.