Según publican los colegas del diario Los Andes, Genaro falleció por “aplastamiento de cráneo”, luego de ser pisado por su pareja, que tenía 0.8 de alcohol en sangre, es decir, no estaba ebria o fuera de sus cabales.
Con estos nuevos elementos se complica la defensa de Silva: primero su familia dijo que no venía bien. “Era de noche, llovía y mi hermana tiene astigmatismo, que eso también lo pueden comprobar. Ella usa lentes que no los usaba en ese momento”, afirmó su hermana Florencia.
Luego, que no sabía lo que hacía. Ahora, con estos datos, la fiscal Andrea Rossi tiene más elementos para su investigación.
La semana pasada, Rossi había asegurado que la mujer era imputable.
“Silva salió del lugar y recorrió unos 150 metros, luego dio una vuelta en ‘U’ y regresó. Fue en ese entonces, que lo arrolló y mató”, había dicho la funcionaria, que recalcó que le pasó por encima y lo aplastó, lo que está confirmado por la autopsia.
Rossi ya le imputó a Silva el delito de “homicidio doblemente calificado por el vínculo de pareja y su comisión por alevosía”, el cual tiene una pena en un futuro juicio oral de prisión perpetua.
Una relación complicada
Julieta Silva y Genaro Fortunato llevaban una relación de poco más de tres meses. Se conocieron por el deporte (él jugaba al rugby en Belgrano y ella al hockey en Banco Mendoza).
Los padres del joven estaban al tanto de todo pero no conocían personalmente a Julieta. La mujer está separada de su marido desde hace más de un año y tiene dos hijos de 5 y 10 años. Genaro iba a ser padre: Agostina Quiroga (25), su novia de toda la vida y de la que se había separado, cursa el cuarto mes de embarazo.
Esa madrugada los dos llegaron al local “La Mona Bar” de Hipólito Yrigoyen y El Chañaral cerca de las dos de la mañana en el Fiat Idea de ella. Algo pasó en un momento en el local (primero se dijo que un whatsapp de Agostina Quiroga había molestado a Julieta, pero eso fue desmentido por la ex de Genaro).
Luego trascendió que el joven se había peleado con otra gente que estaba en la disco (versión de los familiares de Julieta tampoco comprobada). Lo concreto es que los dos salieron del local discutiendo a las 5.25 de la madrugada del sábado 9 de setiembre.
A partir del testimonio de un cuidacoches que fue testigo directo de toda la secuencia, se puede reconstruir algo de lo ocurrido.
Según el trabajador, en medio de la discusión, la chica se subió a su auto y él se “colgó” del lado de la ventanilla del conductor con la supuesta intención de que no se fuera. En esa noche llovía con moderación pero con insistencia. Julieta, con el auto en marcha, salió del estacionamiento del boliche a la calle El Chañaral, y en ese momento Genaro cayó sobre el asfalto.
La mujer hizo unos metros en el auto (para el testigo fueron 150, pero la pericia policial indica una distancia menor) y después de hacer una “U” regresó hacia donde estaba su novio, tirado sobre el asfalto. Entonces se produjo la embestida. Genaro murió en el acto por aplastamiento.
El cuidacoches que vio toda la secuencia le hizo señas a Julieta quien se detuvo a los metros y tomó conciencia de lo ocurrido. Según dos chicas que salían del local y que la policía las tomó como testigos, Julieta entró en “estado de shock” al tiempo en que, fuera de sí, gritaba “no lo vi, no lo vi, está muerto”.
Una vez que llegaron las autoridades, la mujer fue llevada en una ambulancia al hospital Schestakow donde la sedaron y la dejaron en un pabellón de psiquiatría.
Por consejo de su abogada Florencia Garciarena, Julieta Silva declaró ante la fiscal dos días después del hecho, ya recuperada de su shock. De acuerdo con una fuente judicial, “la mujer hizo una declaración exculpatoria, digna de toda lógica”.
En su indagatoria, Julieta Silva repitió varias veces que no alcanzó a ver a su novio, que jamás sería capaz de hacer una cosa semejante.
Que esa noche había salido sin sus lentes (asegura sufrir de astigmatismo) y que eso sumado a la lluvia, hicieron que no advirtiera la presencia de su novio sobre el asfalto mojado. Julieta, además, dijo que regresó en su auto para darle el celular a Genaro ya que ella lo tenía en su poder.
La familia Fortunato está representada en calidad de querellante en la figura del abogado Tíndaro Fernández.