Los niños necesitan estar activos para crecer y desarrollar sus capacidades, el juego es importante para el aprendizaje y desarrollo integral puesto que aprenden a conocer la vida jugando. El juego es un índice de salud. Contribuye a la construcción del conocimiento, a la exploración del mundo que lo rodea, a dominar su propio cuerpo, expresa fantasías, facilita el crecimiento, conduce a relaciones de grupo, forma hábitos de cooperación, fomenta la creatividad e imaginación, ayuda a desarrollar las capacidades físicas.
El juego es una experiencia siempre creadora. Al jugar, el niño exterioriza sus alegrías, miedos, angustias y es el juego el que le ofrece la posibilidad de expresarse.
¿A qué juegan los niños?
El niño juega desde que nace. El jugar en estos primerísimos tiempos de constitución psíquica está sostenido en el encuentro mamá-bebé. Es en la acción misma del jugar que el niño va explorando, conociendo y construyendo su cuerpo.
De 0 a 6 meses, predomina lo sensorial y los objetos que estimulen los sentidos: el tacto, lo visual y lo auditivo. Les atraen los móviles de formas simples y colores diferentes, los gimnasios, sonajeros y maracas. Vemos a los bebés interactuar con muñecos, juguetes, y objetos de diferentes texturas, factibles de ser chupados. La boca es para el bebé la zona por excelencia de contacto con el mundo. La estimulación auditiva cobra relevancia, de ahí la importancia de cantarles, hablarles y jugarles rítmicamente.
¿Quién no vivenció la alegría y la cara de asombro de un bebé al aparecer tras la sabanita? Es el clásico está-no está.
Entre los 6 y los 12 meses, predominan todas las variantes de juegos de escondidas; son manos, muñecos, autitos, títeres, personas significativas que aparecen y desaparecen. El niño esconde su rostro tras la cortina, arroja reiteradamente objetos. Desaparecen y vuelven a aparecer. Repetirán infinitas veces estos juegos. Momentos fundantes de la constitución psíquica, que responden a la pregunta ¿Cómo algo puede existir en calidad de ausente?
Entre los 9 meses y los 2 años, es el tiempo de los desplazamientos en el espacio, primero el gateo y luego la marcha. Los niños disfrutan de arrastrar objetos, les interesa aquellos que ruedan, pelotas, trenes, coches, camiones. Es un gran explorador, las habilidades motrices que va adquiriendo le permiten manipular los más variados objetos. Predominan los juegos de construcción con cubos y bloques que apilan y derriban; una y otra vez. Les produce un enorme placer meter y sacar cosas, introducir objetos en cajas, embocar y los juegos de encastre. Disfrutan de enchastrarse, jugar con masa, pintura, plastilina y arena.
“¿Dale que soy la mamá y vos eras el bebé?; ¿Dale que soy el papá y me iba a trabajar?” Entre los 2 y los 5 años, el juego simbólico es protagonista. Serán mamás y papás, bebes, animalitos, reyes y reinas, bomberos, doctores, maestros. Se despliega el mundo de la fantasía. Arman escenas y crean los más variados escenarios. Repiten en el juego situaciones de la vida cotidiana. El dominio sobre los objetos externos a su alcance les permite elaborar situaciones penosas y repetir a voluntad situaciones placenteras. A los efectos de desplegar su juego, los niños hacen uso de los objetos que puedan incorporar a la escena: baterías de cocina, coches de muñecos, disfraces, autos, aviones, casitas, animales, muñecos, elementos de construcción, herramientas. Entre los 4 y los 5 años, las normas pueden ser incorporadas como provenientes de un orden social, surge el interés por los juegos reglados, tales como el dominó, memotest, loterías, juegos de cartas.
Los 6 años están atravesados por el inicio de la escolaridad primaria. En esta etapa, continúan los juegos de roles que favorecen el intercambio entre los pares y los juegos reglados comienzan a tener mayor relevancia. Predominan los juegos de mesa, competencias, actividades deportivas, juegos de lógica, de palabras y números.
¿Y la crianza en estos tiempos tecnológicos?
Estos nativos digitales, fascinados por el atractivo de la pantalla, demandan más y más tecnología. Como adultos estamos convocados a no perder de vista el lugar del jugar con objetos en un marco de intercambio, de relevancia vital para un buen desarrollo emocional.
Los juguetes son el soporte lúdico para que el jugar emerja. Es importante armar un espacio de juego compartido con otro, adulto al principio, un par después, que sepa abrir la puerta para ir a jugar.