Los juegos eróticos estimulan tanto el cuerpo como la mente, ¡y no hay órgano sexual más poderoso que nuestros cerebros!”, cuenta la sexóloga Alessandra Rampolla en su libro Juntos y revueltos, ¿para siempre? (Sudamericana). “Son excelentes para refrescar nuestra vida sexual y convertir tu habitación o la casa entera en un salón de juegos”, agrega.
Pero nos da una advertencia: “vayan de menos a más… Si nunca en tu vida te disfrazaste, tal vez a tu pareja le resulte chocante que aparezcas de repente vestida como Caperucita roja”. Entonces, la clave es arrancar de a poco, ir tanteando, compartiendo fantasías… ¡Y animarse a jugar! A continuación, las propuestas de Alessandra:
Cita con un desconocido
¿Qué tal tener un amorío de una noche, pero con nuestra propia pareja? Vestite para matar y citalo en un bar o en una discoteca. Finjan que no se conocen y hagan cosas que saben que erotizarán al otro: tal vez pasarle tu pie por la entrepierna o susurrarle que no llevás lencería puesta o darle un besito húmedo en su oreja… El calor irá subiendo y, si no pueden resistir, no esperen llegar a casa para comerse a besos.
Jugar a las cartas
No suena muy erótico, ¿verdad? A no ser que suban la apuesta de manera sexy y divertida. Para este juego hay que ponerse en clima: velas, comida rica, vinito, ropa sexy. No vamos a apostar dinero, sino a quitarnos la ropa que llevamos puesta, a hacer un striptease, a complacer a nuestra pareja con alguna fantasía o con su práctica sexual favorita. Así que barajen esas cartitas y apuesten, ¡que en este juego ganan los dos!
Body painting
¿Recuerdan que cuando éramos niños uno de nuestros pasatiempos favoritos era pintar? Pues volvamos hacerlo con nuestras parejas y, en lugar de papel, que nuestro lienzo sea su cuerpo. Usen pinturas para body painting y explórense mutuamente, dando rienda a sus dotes artísticas. ¡Es una forma muy original y sensual de dar inicio al juego previo!
Disfraces
También podemos jugar a ser otra persona o, incluso, un personaje de ficción. El uso de disfraces es una práctica que divierte a muchas parejas. Si aún no se han animado, es momento de probar. De repente él puede ser tu súper sexy Jack Sparrow, muy al estilo de Johnny Depp en Piratas del Caribe. Y chicas, ¡anímense a las pelucas! Escojan una que les quede de maravillas y vivan la fantasía de ser otra, seduciendo a su pareja como lo hicieron la primera vez.
Descubrí los puntos
En este caso necesitan un perfume. Se recomienda usar aceite con esencias, para que al final se hagan un masaje de esos que elevan la temperatura. El juego consiste en que uno de ustedes dos se coloque pequeños puntos de perfume en ciertos lugares del cuerpo. El reto es que su pareja logre descubrirlos. El roce de su nariz olfateándonos es súper, súper sensual. ¡Y mucho más en las zonas erógenas!
La dominadora
Para este juego necesitan unas esposas para atar las manos de su pareja a la cama y un pañuelito de seda para tapar sus ojos. Quien asuma el papel del dominador podrá jugar con el cuerpo de su pareja, ¡hasta enloquecerlo de deseo! Sólo cuando “ya no dé más” lo liberamos… Hagan este juego con mucho cuidado y con la premisa de que el placer es lo esencial.
Cómanse
Siempre se habla de esparcir todo el cuerpo con crema batida y empezar a comernos. ¡Genial! Pero yo les propongo que lo hagan de una manera diferente. Sin que él lo sepa, tené a mano un poquito de miel o salsa de chocolate. Mientras le hacés sexo oral, empezá a untarlo y a comerte la miel. ¿Por qué le va a gustar a tu pareja? Uno, porque lo vas a sorprender y, en segundo lugar, porque la salsa, la crema o lo que uses le genera nuevas sensaciones. Recomiendo la miel porque es bien pegajosa, así tus lamidas van a ser mucho más profundas. ¡Ojo! Las sustancias o alimentos azucarados no deben usarse internamente (en la uretra o dentro de la vagina) porque pueden causar infecciones. Úsenlas siempre en forma externa.