El sacerdote jesuita Humberto González nació en Itatí, la ciudad correntina quedó en el centro de la escena por el escándalo narco, que terminó entre otros, con el intendente de la ciudad, Natividad “Roger” Terán, su vice, Fabio Aquino, y el jefe de la comisaría local, Diego Ocampo Alvarenga, detenidos.
Tras 47 allanamientos realizados en tres provincias diferentes y las más de 30 detenciones, el religioso escribió una columna en la que quiso “agradecerle” a los narcos.
“Fue un descargo de distintos sentimientos, al terminar el día de los allanamientos y las detenciones. Fue poner en las redes sociales un sentimiento y se viralizó más de lo que pensaba“, admitió Humberto, que dice que hace “más de 15 o 20 años” que la droga entró en la ciudad donde nació.
“Tengo mi familia y mis amigos, voy a trabajar pastoralmente a la zona del conflicto, y no se podía denunciar porque las denuncias se volvían en contra”, contó el sacerdote.
“Gracias a los que torpemente pretendieron transformar nuestro pueblo en el Medellín de los 80”, dice en un pasaje del texto que compartió en Facebook Humberto, comparando su ciudad natal con la de quien fue en la década de 1980, el capo narco más grande del mundo: Pablo Escobar.
El texto completo
Gracias narcos itateños…
No me anima ningún interés político, no quiero regresos ni lloro por el pasado. Soy de los que creen que la capacidad estuvo ausente en gran parte de los intendentes de Itatí. Debatir ahora sobre este punto es como “llorar sobre la leche derramada” y nunca me convenció el apotegma que “los pueblos merecen a sus gobernantes”. La dignidad de los pueblos estafados no se oculta con definiciones armadas. El quiebre de la confianza no se remienda con votos mal habidos
No es mi deseo hacer leña del árbol caído con quienes hoy abandonaron el poder de la peor manera. Quisiera sin embargo agradecerles por la soberbia que sentenció su caída.
Gracias a los que torpemente pretendieron transformar nuestro pueblo en el Medellín de los 80. Dinero fácil, captación de jóvenes, humillación de los pobres, silencio impune a los honestos y una etiqueta de “ciudad narco” que tendremos que empezar a arrancarla día a día.
Gracias porque culpando al periodismo con pobreza argumental de lo que empezaba a irse de sus manos, no hicieron más que atraer la atención.
Gracias por la ambición que los llevó a pensar que con el poder podrían controlarlo todo… Tal vez si no hubiesen pretendido tanto hoy seguirían delinquiendo desde la llanura…
Gracias por no formarse intelectualmente (teniendo oportunidad de hacerlo) porque a la hora de defenderse se quedaron sin palabras…
Gracias por desmentir y amenazar a los que se animaron a señalarlos, porque nos ayudaron a darnos cuenta que hay héroes en nuestro pueblo…
Gracias por robarnos los atardeceres de nuestras costas donde ya no se podía transitar sin correr peligro, porque nos dimos cuenta que teníamos un Paraíso que ahora queremos recuperar…
Gracias por la decadente imagen de sus detenciones, porque nos animamos a pensar que la delincuencia se fue esposada, y tal vez podamos construir algo mejor. Al menos hoy pudimos diferenciarnos de ustedes…
Gracias por no darse cuenta que se les venía la noche, y atreverse a querer seguir gobernando, porque así fue más fácil agarrarlos.
Gracias por no poder seguir ocultando el manoseo de nuestros jóvenes convertidos en “chajá” o “valijeros”. Ojalá de aquí en adelante los veamos estudiando y recibiendo la formación que ustedes no quisieron…
Gracias por darnos la oportunidad de hacer un profundo mea culpa como sociedad, porque ustedes salieron de entre nosotros, no los desconoceremos (como lo hicieron ustedes sembrando tanto mal) y tendremos que ver cómo vamos a hacer para no repetir esta dolorosa experiencia, ni transitar por el mismo fracaso de sus vidas…
Gracias por olvidarse de la Señora del Pueblo, porque no pudieron mancharla, sin dudas hoy fue un milagro suyo el que nos permitió empezar a limpiar su trono, de lo que hace sólo días parecía una condena eterna en crecimiento. Aún así, Ella seguirá siendo Madre nuestra, y también de ustedes.
Humberto González