Impresoras 3D: hacen comidas, prótesis y casas

Este año se duplicó la cantidad de equipos en el país. Funcionan con plástico, madera, metal y hasta tejido orgánico.

Considerada como la tercera revolución industrial, las impresoras en tres dimensiones se consolidan como el esquema de producción del futuro. Con estas máquinas de precisión se conciben desde tornillos o prótesis, hasta comidas, edificios enteros, obras de arte y tejidos corporales. Se pueden utilizar diferentes materiales como madera, acero, plástico o tejido orgánico. Cualquier individuo en su hogar puede confeccionar a muy bajo costo, piezas complejas que ya no se consiguen o que tardan semanas en llegar del exterior. Si una válvula del auto se rompió, basta con someterla a un escáner 3D para lograr el repuesto al instante.

Desde el enunciado técnico, una impresora 3D es un dispositivo que reproduce objetos tridimensionales a partir de un modelo ya digitalizado. La pieza se obtiene fundiendo un filamento del material elegido que sale en pequeñas gotas por la boquilla de un cabezal que recorre la superficie de la base de impresión.

“Es una tecnología que crece exponencialmente ya que atraviesa varias áreas como medicina, arquitectura, construcción, industrias (autopartista, agrícola), alimentación, diseño. Ofrece como ventaja la fabricación de formas complejas, estructuras internas, productos a medida y series cortas. En Argentina, aunque es difícil cuantificar ya que hay distintas formas de obtenerlas, se estima que este año se duplicó la cantidad de personas que ya poseen una”, señala Irene Presti, presidente de la Cámara Argentina de Impresión 3D y Fabricaciones Digitales (CIAI).

Una de las industrias más beneficiadas es la clínica, ya que en breve se podrán imprimir réplicas de órganos humanos, injertos de piel sobre quemaduras y otras lesiones. “Esta tecnología permite el entrenamiento médico, una técnica quirúrgica compleja en donde los cirujanos pueden operar un modelo anatómico plástico de un paciente determinado, en casos donde la anatomía se encuentra parcial o totalmente alterada. De esta manera, se puede practicar cuantas veces quiera y medir el resultado en un modelo de validación que nos dice cuanto de lo que el especialista se propuso pudo lograr”, indica Lucas E. Ritacco, médico traumatólogo, doctorado en sistemas de simulación virtual (UBA), coordinador de la sección de cirugía asistida por computadora del Hospital Italiano.

Para el 2050 la población mundial aumentará un 33%, según el Population Reference Bureau (PRB) y alcanzará los 9.900 millones. Una solución al problema de la vivienda será la urbanización mediante impresión 3D, considerada la opción más barata y rápida. La empresa china Winsun posee una máquina de 150 metros, con una “tinta” de escombros y desechos industriales, capaz de ensamblar 10 casas en un día. Mientras que en Dubai se cimentó el primer edificio de oficinas con esta técnica. Se estima que mediante este proceso, los responsables del proyecto se ahorraron entre un 60 y un 70% respecto de lo que hubiera costado con el sistema tradicional.

Desde hace algunos años, la Estación Espacial Internacional cuenta con una impresora 3D, con lo que fabrica objetos “made in space”. Está pensada para ofrecer piezas de recambio.

“Otro de los puntos fuerte son los materiales que se están desarrollando para imprimir como el cemento y la cerámica. Y si bien predomina la impresión en distintos tipos de plásticos, salen continuamente al mercado distintas combinaciones para potenciar su resistencia y flexibilidad. Y lo que ya asoma en el horizonte es la impresión 3D en metal, que será un cambio importante en la industria”, sostiene Presti.

Prestigiosos museos de todo el mundo están empleando esta técnica para obtener copias de esculturas deterioradas o devastadas. La artista Morehshin Allahyari, mediante la impresión 3D, recreó estatuas que habían sido destruidas por el Estado Islámico. El proceso consistió en la recolección de información de las obras perdidas a cargo de historiadores, arqueólogos y estudiantes. Cada reproducción guarda en su interior una memoria USB con información, textos e imágenes del patrimonio perdido.

Mientras que un grupo de investigadores del MIT Media Lab desarrolló estructuras de pelo. Esta creación artificial hecha con una impresora 3D, permite controlar el largo, la densidad y el grosor del cabello, junto a una serie de novedosos sistemas de adhesivos, de movimiento y de control de objetos que puede combinarse con las vibraciones, el sonido o el tacto.

“La impresión 3D hoy se sigue moviendo al ritmo del mercado respondiendo a la oferta y a la demanda y no a la verdadera necesidad. Creo que este fenómeno es natural en el proceso de innovación. En pocos meses, el costo de las impresoras de PLA (plástico) por ejemplo, bajaron a la mitad. Habrá que esperar un tiempo hasta que la verdadera necesidad médica se estabilice y nosotros ajustar esta tecnológica a indicaciones que realmente favorezcan a los pacientes, garantizando un avance medico real”, argumenta Ritacco.

Marcelo Bellucci